Todo el mundo comprende lo que significa el establecimiento de una línea roja en las relaciones diplomáticas entre países en conflicto: definir hasta donde se puede llegar en las negociaciones sin que sea necesario el empleo de la fuerza. Ahora bien, alcanzada una situación que se puede considerar irreversible – la línea roja – sin haber encontrado solución al problema, la amenaza tiene que materializarse pues si no es así la disuasión deja de ser creíble.
En su discurso ante la Asamblea de las NNUU del pasado 27 de septiembre el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu ha expuesto el punto en el que su país considera la línea roja no traspasable a propósito del conflicto con Irán: una situación en la que Irán haya alcanzado el 90% en el enriquecimiento del uranio necesario para construir un arma nuclear y que Israel considera ya próxima.
Este discurso ha irritado sobremanera a la administración Obama que no admite presiones en estos momentos electorales y tanto el propio presidente como su Secretaria de Estado, Clinton, han mostrado su rechazo a una política de líneas rojas que siempre es una diplomacia peligrosa pues de no materializarse esta resta credibilidad a cualquier movimiento en el juego de prevención del conflicto.
Clinton ha dejado claro a Netanyahu que la vía diplomática sigue abierta e incluso ha anunciado que los EEUU están dispuestos a reiniciar las conversaciones o negociaciones con Irán a propósito del “asunto nuclear”. Conversaciones que como es sabido se interrumpieron el pasado mes de julio sin visos, entonces, de ser retomadas.
O sea, que parece que desaparece momentáneamente el peligro inminente de un conflicto abierto; digo momentáneamente porque la situación no ha variado en su esencia y, o cambian las actitudes o en nada estaremos en las mismas.
Pero esto no quiere decir en mi opinión que la política de “líneas rojas” no pueda ser efectiva y que Netanyahu esté equivocado en su concepción de la situación. Israel que está en la primera línea del frente sabe muy bien la decisión firme de Irán de adquirir el arma nuclear y conoce de primera mano los movimientos de unidades irregulares iraníes y de Al Qaeda en el norte de Siria conectando con Hizbollah en el Líbano.
Y lo que es aún más inquietante: con el peligro añadido que representan los depósitos de armas químicas en poder – hasta el momento – del Presidente Sirio Al Assad que esperemos estén y sigan bajo control.
La política diplomática es como un tablero de ajedrez en donde se realizan movimientos hacia atrás y hacia adelante aparentemente sin conexión pero todos con el mismo objetivo final.
Ya decía al comienzo de este articulo que estamos ante la buena nueva del previsible reinicio de las conversaciones con Irán, lo que supone ante todo dar tiempo a que triunfe el sentido común, pero si se ha ganado tiempo ha sido ante todo por los movimientos y añagazas de fuerza que los EEUU están realizando en el estrecho de Ormuz; y aún más, por el éxito que ha supuesto el ataque sutil contra las instalaciones de Fordo.
Lo decía en mi artículo de la semana pasada pero ahora ya sabemos más y es que se ha logrado retrasar el programa iraní al menos seis meses toda vez que han quedado inutilizadas provisionalmente la plantas de centrifugado de la citada planta de Fordo. Es decir la línea roja se traslada en el tiempo al menos seis meses más.
Ya me gustaría saber y conocer como ha sido esta operación tan exitosa de las Fuerzas Especiales.
¿Quién la ha ejecutado? ¿Israel? ¿Los EEUU?
Me inclino a pensar que ha sido probablemente una operación conjunta pues la dificultad de la misma ha debido requerir el empleo de medios de inteligencia en la zona, del extenso uso de satélites de vigilancia y de medios aéreos para la infiltración y rescate. Medios, no todos, al alcance de Israel.
Y me llama la atención la incapacidad de Irán para evitarla. Me temo que en estos momentos, en Irán, deben estar rodando cabezas por doquier.
Todo parece indicar que la aparente falta de entendimiento entre Israel y los EEUU a propósito de cuando y como atacar Irán es más parte de un teatro que de una realidad. Difieren profundamente en los foros bilaterales y globales pero mientras esto sucede sus fuerzas armadas/servicios de inteligencia actúan conjuntamente y con gran precisión.
Pero en este tablero de ajedrez hay movimientos laterales en el área de Oriente Medio no desligados del principal que son potencialmente, muy, pero que muy peligrosos. Me estoy refiriendo al hecho, ligeramente mencionado antes, de que tras el ataque a Fordo se ha producido, según manifiesta públicamente el General Ali Jafary, Jefe de los Guardias Revolucionarios Iraníes, un traslado de fuerzas de Al Qaeda a Siria e incluso al Líbano, ansiosos por hacerse cargo de las armas químicas aún en poder de Bashar Al Assad. Tan seria es la cuestión que Israel ha desplegado dos Divisiones de Infantería en la zona y tanto Netanyahu como su Ministro de Defensa Ehud Barak han manifestado que de producirse el acopio de esas armas químicas por parte de las fuerzas de Al Qaeda, las IDF (FAS de Israel) atacarían inmediatamente.
Otra “línea roja “.
Manifiesta Netanyahu que las “líneas rojas” definen la voluntad de actuar de un país en defensa de su integridad y seguridad. Dice que las “líneas rojas” previenen y evitan guerras y sufrimientos a la población, y que de no establecerse en tiempo y claridad conducen a que el adversario observe debilidad propia y se lance en acciones desesperadas que a lo único que llevan es al desastre general.
Sus palabras me recuerdan trasladándonos en el tiempo y en el espacio a los prolegómenos del conflicto de los Balcanes donde la falta del establecimiento de líneas rojas claras llevó a la entonces próspera y unida Yugoslavia a su desmembración y lo que es peor a casi medio millón de personas a la tumba. Los que estuvimos allí lo sabemos.
A veces las líneas rojas son necesarias.
Ex General de División Juan Chicharro
Fuente: Republica