El Ministerio de Defensa ha dado un paso al frente para suavizar los efectos en la contabilidad nacional de los 19 Programas Especiales de Armamento, que supondrán un desembolso de casi 27.000 millones de euros hasta 2025.
Tras aprobar hace diez días un crédito extraordinario de 1.782 millones de euros para cancelar la deuda acumulada con los proveedores de los ejercicios 2010 y 2011 y saldar los compromisos de pago de 2012, la Secretaría de Estado de Defensa se ha metido de lleno en las negociaciones con la industria militar para intentar reducir los pedidos ya cerrados y aplazar los pagos más allá de 2025.
Aunque desde el Ministerio de Defensa no se dan cifras estimativas (argumentan que acaban de comenzar las negociaciones) desde el sector se asegura a este periódico que se puede alcanzar como mínimo un ahorro del 10 por ciento, aproximadamente unos 2.700 millones de euros.
Pero no será fácil para el equipo dirigido por Pedro Argüelles, aunque existen varios programas estrellas que sí podrían tener un menor peso en los presupuestos del Estado. Son los casos del caza Eurofighter, el carro de combate Leopard y el avión de transporte militar A4OOM.
En el caso del avión de apoyo logístico podría ser una menor carga de la esperada para el Ejército, ya que se intentarían recolocar algunos aparatos ya comprometidos con el fabricante aeronáutico europeo EADS a otros países y no se tendrían que abonar.
De momento, lo acordado con Airbus Military es la compra de 27 unidades, una cantidad que se antoja excesiva para las realidades estratégicas del Ejército español. No obstante, la renegociación de algún aspecto de este programa no es de las más prioritarias, porque se espera que el primer A4OOM se recibirá en España en el año 2015. Eso sin tener en cuenta que haya nuevos retrasos como el anunciado a finales de agosto y que sitúa la entrega de la primera unidad francesa para el segundo trimestre del año que viene.
Arabia Saudí y el «Leopard»
Con el Leopard podría ocurrir algo parecido si al final se consigue ganar el pedido que necesitan las Fuerzas Armadas de Arabia Saudí. Fuentes cercanas al Ministerio de Defensa señalan a El Economista que se podría enviar al país de Oriente Medio un batallón de carros de combate que en un principio ya estaban asignados para el Ejército de Tierra español.
En el caso del Eurofighter, España se podría ahorrar parte o la totalidad del último encargo de cazas, 14 unidades, si las campañas de exportación que lidera la filial española son exitosas, como es el caso de Corea del Sur.
También podrían cumplirse estas condiciones si el Gobierno indio decide replantearse el contrato, que en un primer momento fue a parar al fabricante aeronáutico francés Dassault y su celebre caza Rafale.
Ampliar plazos de pago
Paralelamente a la reducción de pedidos, otra obsesión de Defensa es ampliar los plazos de pago para que la deuda anual sea mucho más llevadera, una vez que se ha recuperado la credibilidad internacional tras el desembolso de los casi 1.800 millones de euros que se debían desde el ejercicio 2010.
Pero no todas las negociaciones serán fáciles para el Ministerio de Defensa, ya que existen varios programas de armamento de los más relevantes que se han encargado al astillero público militar Navantia. La escasez de pedidos de los últimos años convierte en estratégicos a estos encargos por varias razones. La primera de ellas es para que la carga de trabajo asegure el empleo de las factorías.
Pero hay otras. En el caso del submarino S-80, su lanzamiento es también muy importante para la compañía presidida por José Manuel Revuelta porque una vez que esté operando en la marina española y se comprueben sus habilidades militares se pondrá en marcha una gran campaña de exportación para intentar captar el mayor número de pedidos posible que alivien la situación de la plantilla de Navantia.
Las estimaciones de mercado calculan que para los próximos veinte años se necesitarían unos 50 submarinos de las características del S-80, lo que supondría un desembolso de 35.000 millones de euros. Llevarse una porción de ese pastel es un objetivo prioritario para el astillero militar.
Pero todo pasa porque al Ministerio de Defensa le salgan las cuentas y tras renegociar los programas pueda dar aire a las empresas del sector con más problemas, aunque el equipo de Morenés sabe que si Navantia sigue dependiendo de los contratos de las Fuerzas Armadas sus días están contados.
Fuente: Defensa.com