En España la improvisación es un arte en el que abundan los maestros. El penúltimo ejemplo ha sido el proceso subsiguiente a la decisión del Rey Juan Carlos I, del pasado 2 de junio, de abdicar en su hijo. Todo han sido prisas y quemar etapas para repentizar los instrumentos jurídicos de lo que habiendo sido posible y previsible, no estaba ni previsto ni planeado. Además de una Ley Orgánica “Express” de Abdicación, se ha tenido que estudiar de prisa y corriendo, entre otras muchas cosas, el status de don Juan Carlos para fabricarle un aforamiento a su medida, que casi roza el blindaje antinuclear. Y, además, con un “poyaque” sevillano para extender la cobertura a doña Sofía, a SM doña Letizia y a SAR doña Leonor.
El Gobierno y el partido que lo soporta, en un envidiable y paradigmático ejemplo de improvisación, siguen creando escuela. Resuelven de penalti ese complejo y sensibilísimo asunto, introduciendo la correspondiente enmienda de último minuto en un proyecto de ley que nada tiene que ver con el caso, a punto de ser aprobado como ley por las Cortes. No me digan ustedes que no se merece el Gobierno un cerrado ¡Olé! por esa increíble capacidad de improvisación. Bastante chapucera por cierto, porque si ha de aprobarse prácticamente en solitario con los votos del PP, el tema pasará inevitablemente al “debe” de don Felipe a pesar de que en esto ni pincha ni corta. Es otra muestra magistral del exuberante potencial repentizador que está exhibiendo el Gobierno últimamente. Porque, además, al contrario de lo que sucede en otros pagos en los que se afora al cargo o la función, aquí se afora a las personas. O, en vez de reducir el bochornoso y escandaloso volumen español de aforados, que no tiene comparación en el resto de los países europeos, aquí se incrementa. Aunque, mirado con otra óptica, persistiendo en esa vía todos podríamos estar aforados y así obtener que realmente la justicia fuera igual para todos. ¿O no?
Y en ese marco superior de lo inesperado, crece el clamor de una queja por el retraso en la publicación de las plazas para ingreso en las FAS en 2014. Es una preocupación compartida por muchísima gente que aspira a ingresar en las FAS, y que comprueba este año cómo la Administración se ha dormido en los laureles (¿en qué laureles?). Porque la Ley 39/2007, de 19 de noviembre, de la carrera militar, en su artículo 18.2, establece que el consejo de ministros aprobará anualmente la provisión de plazas de ingreso en los centros docentes militares de formación. Así como que en las plazas de militares de tropa y marinería se fijarán los cupos máximos que se ofertarán para la categoría de militar de carrera y para el acceso de extranjeros. Y, efectivamente y validando aquel clamor, nos encontramos a finales de junio y todavía no se ha aprobado el correspondiente Real Decreto, que apruebe la provisión de plazas de las Fuerzas Armadas y de la Escala Superior de Oficiales de la Guardia Civil, para el año 2014.
Hay que desear que esta forma de hacer no sea un signo del nuevo ciclo que supuestamente se habría abierto con la entronización de SM don Felipe VI. Porque a SM el Rey ya le han dejado en herencia suficientes marrones, como para que se le estén añadiendo otros nuevos. Nunca en los últimos años —los de mayor convulsión en este tema por variadas razones—, se había dado un retraso tan grande y dañino. Los correspondientes Reales Decretos fueron fechados: en 2009, el 27 de febrero (RD 249/2009); en 2010, el 31 de marzo (RD 409/2010); en 2011, el 28 de febrero (RD 261/2011); en 2012, el 27 de abril (RD 739/2012); y en 2013, el 10 de mayo (RD 332/2013). Es decir, este año ya llevamos más de un mes y medio de retraso sobre la fecha más tardía de los últimos cinco años.
¿Qué puede haber de improviso para el que nada ha previsto? Esta pregunta de Paul Valéry sería de aplicación en este caso a los responsables políticos en los ministerios de Presidencia, Hacienda y Defensa. El retraso quizás a ellos no les importe demasiado. No hay muchos votos por medio. Sin embargo, sí es un tema fundamental para muchísimas personas que están preocupadas por su futuro en un tiempo de incertidumbre laboral. Y no se trata solo de jóvenes que acaban la selectividad y desean optar a una plaza en los centros de formación del ET, la Armada o el EA. Están atrapados en el mismo saco muchos profesionales, oficiales de complemento, suboficiales o Militares de Topa y Marinería (MTM) que aspiran a concursar en los procesos de promoción interna que se puedan convocar. Hay, como mínimo, un velado desprecio hacia los que tienen derecho a participar en los procesos selectivos, sean ya militares o provengan directamente de la vía civil.
Con el ánimo exclusivo de dar, por esta humilde vía, información sobre el asunto, lo he investigado y estudiado. He recogido muy diversas explicaciones del inexplicable retraso. Se debe principalmente a las plazas para ingreso en la Academia General Militar (AGM). Debido al gran número de bajas producidas en 2011 y 2012, en las promociones LXX y LXXI los tenientes que obtendrán su despacho en 2015 y 2016 serán muchos menos que los inicial y respectivamente autorizados. Previa lucha interna en el seno de la propia administración, parece que Hacienda ha aflojado un poco el puño y va a permitir finalmente ampliar, en más de 300, las plazas de cadetes para compensar aquellas mermas. Claro que, para poder incrementar esas plazas extra, hay que modificar previamente el normativa que limita la reposición de bajas al 10% de las anuales. Y, “naturalmente”, con las urgencias de la abdicación todo lo demás ha quedado paralizado. Vaya, ahora va a resultar que de esto también tiene la culpa don Juan Carlos por haber abdicado a destiempo. En definitiva —no se rían, que es real como la vida misma— tiene que publicarse un nuevo RD que modifique el esa limitación del 10% en la cobertura de bajas, para que pueda publicarse el RD de asignación de plazas para las FAS en 2014.
Después podrá desencadenarse el consiguiente proceso de, entre otros: firmar y publicar las convocatorias; atender los plazos de admisión de instancias y de subsanación de errores; comprobar los datos; realizar las pruebas selectivas (idiomas, psicotécnicos, etc), incluyendo pruebas físicas y reconocimientos médicos. Todo ello a un volumen elevado de aspirantes a los diversos cuerpos y escalas, que forzosamente habrá que realizar en varias tandas, de acuerdo con la capacidad de las instalaciones o el cuerpo y escala al que se opta. Teniendo en cuenta que en muchas de esas tareas, preceptivas y secuenciales, están sujetas a plazos, se demandan un mínimo de tres meses (yendo a uña de caballo) para desarrollarlas. Con seguridad, y me apuesto una cañas con quien quiera, la pereza de ahora se traducirá en retrasos en las fechas de inicio de los cursos lectivos en Academias y Escuelas. ¿Habrá que recortar programas de estudio? Naturalmente, todos los involucrados, aspirantes, examinadores, auxiliares, etc ya pueden masivamente olvidarse de tomarse las vacaciones de verano.
Y eso último me brinda un “poyaque” propio. La verdad, no me explico cómo, existiendo esa inevitable restricción vacacional, la diputada doña Irene Lozano todavía no haya preguntado por escrito al Gobierno: ¿No cuenta el Partido Popular con otros políticos con valores que se merezcan ser ministros? ¿Cuáles son los requisitos para poder ser ministro de la Presidencia, o de Hacienda o de Defensa? Porque, amigo@s mio@s, incluso las cosas improvisadas demandan cierta preparación.
Fuente : Pitarch