Siguiendo con mis vehículos en la década de los 90 adquirí mi primer coche, un magnífico Lancia Delta turbo HF Integrale que colmaba totalmente mis expectativas de un vehículo, dada mi edad. Era un vehículo fantástico, rápido, con gran tracción y aunque su dirección era manual, me las arreglaba bien para llevar semejante bestia.
Los detalles de Lancia en sus vehículos y en particular con el Delta, hacían que tener un coche de este tipo fuese una sueño, logrado con esfuerzo y paciencia de ahorro. Si por algo recuerdo ampliamente este vehículo, era por su abultado consumo y la dureza de la dirección, que te hacían tener que echar brazos para dirigirlo en modo sport. Igualmente tenía un mantenimiento caro, cada tornillo del coche costaba en casa oficial aproximadamente 25 pesetas de por entonces, lo que provocaba que comenzaras a amar el autoaprendizaje en el mantenimiento del vehículo.
Finalmente su talón de aquiles fué la chapa, que por la zona del capó delantero y trasero acostumbraba a almacenar agua que pudría la chapa y pintura del vehículo. Pero si puedo asegurar que nunca mas he tenido un coche así de divertido y potente.
