DEFENSA. EXPECTATIVAS EUROPEAS

Pedro_pitarchLa reunión del Consejo Europeo (jefes de estado y de gobierno), a celebrar el 19 y 20 de diciembre de 2013, está levantando muchas expectativas en España. La novedad de tal reunión, de las que se producen regularmente cuatro al año, es que tendrá una dedicación especial a seguridad y defensa. Los círculos “especializados” y la gran fauna de “expertos” están últimamente muy activos. Proliferan por doquier conferencias, mesas redondas y seminarios, bien que en bastantes casos la calidad de las ponencias o las discusiones sean de un nivel más bien bajito. Hay demasiados “espontáneos”, civiles y militares, que con la simple pátina de haber vestido el uniforme o realizado un curso sobre asuntos de defensa, se lanzan a pontificar sobre lo que razonablemente deberían limitarse a escuchar. Y, así, no nos dejan aprender a los demás.
A partir de la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, el 1 de diciembre de 2009, la Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD) de la Unión Europea es la heredera de la anterior Política Europea de Seguridad y Defensa (PESD). Pero la PCSD no es un tema de general conocimiento. Lo cierto es que en estos cuatro años se ha desenvuelto bien poco. La defensa es quizás el aspecto más medular de la soberanía de los estados y, de ahí, la dificultad de desarrollarla en común en todas sus consecuencias. Nada de novedoso descubro si apunto que en ese frustrado progreso, los mayores obstáculos han procedido del Reino Unido (ver: http://elblogdepitarch.blogspot.com.es/2011/12/pues-que-se-vayan.html). A partir de Lisboa, con la característica eficacia diplomática de la pérdida Albión, la elección de una británica, la anodina Catherine Ashton, como Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y de Seguridad (una especie de super-ministra de exteriores-defensa), tampoco ha favorecido precisamente el desarrollo de la PCSD. La verdad es que esta dama nos hace añorar a su antecesor, Javier Solana.
Me gustaría equivocarme pero, coherentemente con el escepticismo que, a estas alturas de la vida, casi siempre acompaña mis análisis sobre asuntos en los que el componente político es grande, me temo que las expectativas despertadas, o que algunos pretenden generar en España, no van a cumplirse. Para empezar, y a pesar de lo que muchos creen, la reunión del Consejo Europeo no va a ser monográfica sobre seguridad y defensa. En la agenda preliminar, aparte de otros puntos de menor relieve, figuran la Unión Económica y Monetaria y la Política Social y Económica además de la PCSD. En este apartado el Consejo revisará el progreso logrado, de acuerdo con el mandato del propio Consejo Europeo de diciembre de 2012, en tres áreas: incremento de la efectividad, visibilidad e impacto de la PCSD; incremento del desarrollo de capacidades; y fortalecimiento de la industria de defensa. Y como en ninguna de las tres se obtiene sobresaliente, el Consejo, en sus conclusiones, formulará nuevas guías. Claro que esto es lo ortodoxo. Personalmente adelanto que, más allá de retóricas triunfalistas, según los borradores que se están elaborando, las conclusiones del Consejo no harán otra cosa que ocultar una tremenda falta de ambición, especialmente en lo que se refiere a la dimensión estratégica y operativa de la Unión. Recuerden lo que les digo, porque dentro de cuatro semanas, si quieren, volveremos a hablar sobre ello.
No me resisto a señalar cómo las informaciones y debates que se están produciendo, incluidos los mediáticos, inciden en el tema de la industria de defensa con fuerza, en el de capacidades de pasada y es prácticamente inexistente su incidencia en el de la eficacia operativa. Esta última no interesa. Es coherente con esa idea de negocio industrial a la que nuestro Ministro de Industria de Defensa (MID), Sr. Morenés, está dedicando los mayores afanes de su ministerio, y de la que ciertos medios se hacen frecuente eco aferrándose a un clavo ardiendo en temas que no acaban de conocer. No me cansaré de insistir en la curiosa inversión de valores que significa centrarse en los procesos de negocio industrial al margen de la eficacia operativa, cuando es esta segunda la que debería orientar los primeros y no al contario; ¿comprenden ustedes por qué soy tan escéptico con esto? Cuando se escriben estas palabras don Pedro está de periplo «cebollero» haciendo las américas, impulsando nuestra industria de defensa —según afirma la razón de su hoja parroquial (HOPARDEF)—, nada menos que en Canadá, Méjico y Colombia. Los dos primeros, mercado acotado anglo-norteamericano y el último ni se sabe. Mientras, en Madrid, el viaje del Príncipe de Asturias se ha cancelado por una avería eléctrica en un “flap”del avión que debía trasladarle, junto con su séquito y un grupo de periodistas, a Sao Paulo para participar en el VI Foro de Inversiones y Cooperación Empresarial España-Brasil. Parece que los hados no acompañan a la industria española. Sin ánimo alguno de crítica negativa y reprimiendo deliberadamente mis ganas de desarrollar ese incidente de operatividad-mantenimiento, solo me permito expresar un pensamiento íntimo: ¡caramba, qué mala pata y qué leve capacidad de reacción! Para más desarrollo me remito a los párrafos tercero y cuarto del post “LA EMPANADA DEL MID” (http://elblogdepitarch.blogspot.com.es/2013/10/la-empanada-del-mid.html ).
Muchas de las expectativas de las que hablaba al principio van a ser difíciles de alcanzar. Es cierto que la potencialidad de revitalizar la PCSD existe. Pero las cosas no parecen ir por ahí. Por ejemplo, en la reunión de ministros de defensa de la Unión, del pasado 18 de noviembre, el Sr. Morenés fracasó en su intento de introducir en el documento de conclusiones sobre la PCSD, a aprobar por el Consejo europeo el 20 de diciembre, un nuevo párrafo tratando de supeditar el progreso en las áreas de capacidades y de base industrial a un fortalecimiento de los aspectos políticos de la PCSD. Seguro que el Sr. Morenés, —que de tonto no tiene ni un pelo—, ve claramente lo peligroso que resultaría para la industria española de defensa —a la que hay que reconocer que se ha entregado en cuerpo y alma—, la concentración industrial europea preconizada por los grandes (Alemania, Reino Unido y Francia). De prosperar tal concentración ésta, inevitablemente, resultaría en beneficio de esos grandes y en perjuicio de los que, aunque tienen una base industrial relativamente pequeña no obstante la tienen y, además, desean fortalecerla. Y que en su defensa, como es el caso español, se juegan entre otros importantes activos decenas de miles de empleos y casi un 1% del PIB.
Como se ve, las cosas están bien complicadas. Algún buen analista —que también los hay en España— ha señalado la necesidad de elaborar una estrategia industrial de defensa. No puedo estar más de acuerdo. Es una asignatura pendiente. Creo que es un ejercicio que no se ha hecho nunca seriamente. Por poner un ejemplo de este asunto capital, hoy lo haré del ámbito naval; muy sencillito para comprensión de los lectores menos “técnicos”. Nuestra Armada debería tener capacidad de lucha antiaérea, antisuperficie y antisubmarina. Si eso es así, entonces debería contar, entre otras armas, con misiles para la primera, misiles y cañones para la segunda y torpedos para la tercera. Pues bien, salvo error u omisión (espero comentarios ampliatorios sobre esto por parte de los lectores), ninguna de aquéllas son fabricadas por la industria española. Vaya, que ni están ni se las espera. Sí, definitivamente, es necesaria una estrategia industrial española de defensa…
Fuente : Pitarch