El «Irangate» español

El veto comercial impuesto a Irán por las potencias internacionales en los últimos años fue aprovechado por, al menos, una decena de empresas españolas para exportar ilegalmente al país material militar, obteniendo importantes ganancias.

Así lo revela el diario El Mundo, que alude a un ‘Irangate’ español, en referencia al nombre con el que se bautizó uno de los casos investigados y con sentencia condenatoria, que afectó a la empresa Fluval Spain.

Compañías vascas y catalanas han sido las grandes beneficiarias de este comercio ilegal con el país de los ayatolás, que desplegó una red de empresas intermediarias controladas por el régimen ayatolá para que las españolas sortearan la vigilancia comercial y llegaran a su destino. En este punto, Turquía ha jugado un papel clave, alojando a estas empresas pantalla iraníes sin problemas, ya que tiene un tratado de libre comercio con este país.

Las exportaciones ilegales se relacionan con material de Defensa y de Doble Uso. Se trata de elementos militares y otros productos o tecnologías habitualmente usados en el plano civil pero que son susceptibles de aplicarse a uso militar y, debidamente modificados, contribuir a la propagación de armas químicas o nucleares, según describe la normativa europea.

En el caso de España, nuestro país ha estado a la vanguardia en la fabricación de válvulas y máquinas de electroerosión, elementos relacionados con el desarrollo de la bomba nuclear. Este sector en nuestro país, desde 2003 hasta 2013 ha incrementado la facturación de sus exportaciones de material de Defensa en un 1.020%; y en un 570% en los bienes clasificados como de Doble Uso, según datos de la Secretaría de Estado de Comercio que destaca el diario.

En el caso de la empresa vasca Fluval Spain con sentencia condenatoria, fueron ‘pillados’ tráilers con válvulas específicas modificadas para fines nucleares con componentes químicos al margen de las leyes europeas. Fueron interceptados en la frontera con Emiratos Árabes, y su destino final era Irán.

Tras la investigación, fue descubierto que la empresa había realizado otros seis pedidos con éxito, consistentes en 94 de estas válvulas prohibidas por más de 2,6 millones de euros.

Estas empresas asumían el riesgo porque la compensación era alta. Según relatan los expertos, los iraníes pagan bien y con puntualidad. Y en el caso de no poder realizarlo en efectivo, el pago se compensa en especie, con coches de lujo o cargamentos de pistachos.