Uno de estos días, posiblemente el cinco de marzo, la oposición Siria al régimen de Al Assad y el propio régimen se van a reunir en Moscú para entablar conversaciones de paz e intentar poner fin a la guerra civil que ha arrasado Siria. El régimen estará representado por su ministro de AAEE, Walid Al- Moallem y la oposición por su líder Moaz Al- Khatib.
Parece claro a estas alturas que el presidente Al Assad se considera vencedor e incluso prevé continuar en el poder a partir de 2014. El soporte y apoyo del presidente ruso Vladimir Putin ha sido crucial en este hecho.
Todo esto sucede porque la oposición Siria reconoce su incapacidad para desalojar al actual presidente, sobre todo después de comprobar que su intento final de ocupar Damasco ha fracasado al verse superada por la superioridad militar del ejército sirio. Fracaso que se añade a otros como el verse obligados a retirarse del corazón de la ciudad más grande de Siria, Alepo, a su intento de hacerse con el control del arsenal químico y al de las bases y medios de la fuerza aérea Siria.
En definitiva, a la oposición Siria no le queda más remedio que negociar y buscar soluciones políticas. No hay otra opción dado que no han sido capaces de derrotar militarmente las fuerzas del régimen. Lo triste y lamentable de todo esto es que ya no hay quien devuelva la vida a más de los 100000 muertos habidos en la guerra y al hecho de dejar un país devastado.
Opino que si el apoyo de los EEUU y la OTAN hubiera sido más decidido y abierto como reclamaban Israel y gran parte de los militares norteamericanos, en contraposición a la política contemplativa de Obama, ahora la situación sería otra.
La realidad, hoy, es que la alianza Teherán-Damasco-Hizbollah sale reforzada y que la esfera de influencia del líder iraní Ali Khamenei se extiende ya desde el golfo pérsico hasta el mediterráneo dando por buena la ayuda de un billón de dólares mensuales que éste aportaba a la causa del régimen sirio de Al Assad.
La realidad, hoy, es que Hassan Nasrallah, líder de Hizbollah cuyos hombres han combatido hombro a hombro con el ejército sirio emerge como el hombre fuerte del Líbano.
La realidad, hoy, es que el presidente Putin, principal valedor de Al Assad a quien ha apoyado no sólo diplomáticamente sino también con armas, se congratula de haber optado por el bando vencedor y también de haber frustrado las intenciones de los EEUU y la OTAN de desalojar al líder sirio del poder.
La realidad, hoy, es que Israel constata como se cierra un círculo en torno a sus fronteras entre Siria, Hizbollah e Irán, dando alas a este último país en su afán de proseguir con su programa nuclear.
La realidad, hoy, es que Al Qaeda aparece y refuerza su presencia en influencia en todos los gobiernos de Túnez, Egipto y Libia.
La realidad, hoy, es que Turquía fracasa en su intento de convertirse en el líder regional al haber optado por la opción del derribo del presidente sirio.
La realidad, hoy, es que los EEUU, los emiratos del Golfo, Arabia Saudí, Israel y Turquía aparecen, a mi juicio, como los perdedores de la contienda. Al menos de momento.
La visión optimista del presidente Obama de una “primavera árabe” liberal y democrática ha fracasado.
Considero comprensible que en todo conflicto se apuren todos los medios políticos y diplomáticos para evitar el desencadenamiento de males mayores, pero la historia nos enseña que muchas veces el evitarlos no viene por la tibieza en las actuaciones sino por la decidida acción, incluyendo la militar, para resolverlos en su momento y a tiempo.
Israel viene clamando en el desierto desde hace ya mucho tiempo para actuar con decisión y energía contra todo lo que vislumbra se cierne sobre su seguridad. Y digo, clama en el desierto puesto que la política norteamericana del presidente Obama veta toda opción de actuar decididamente en fuerza contra Irán tal vez convencido que la diplomacia solucionará el conflicto. Ojalá sea así pero hoy por hoy esto cada vez pinta peor para Israel.
Fuente: Republica