Juan Chicharro: «Renovarse o morir»

Juan_ChicharroPertenezco a una generación que creció en un ambiente en el que el máximo exponente de la tecnología eran la radio, el cine, el teléfono y el incipiente desarrollo de la aviación comercial.

Una generación con un estilo de vida no muy alejado del de generaciones anteriores salvo por los avances citados.

Recuerdos lejanos de aquellos días son, por ejemplo, los numerosos carros tirados por caballos, mulos y burros que aún circulaban por Madrid, la lechería cercana a donde yo vivía donde mi abuela compraba diariamente la leche (las vacas estabulaban allí mismo ), las interminables esperas para obtener una conferencia telefónica con parientes fuera de Madrid, la alegría al ver aparecer a un funcionario del ayuntamiento o de la compañía del gas quien con un largo bastón daba fuego y encendía el alumbrado…etc. En aquellos días tener un automóvil estaba sólo al alcance de poca gente y no fueron pocas las veces que a golpe de manivela ayudaba a mis vecinos a poner en marcha su máquina cuyo arranque fallaba reiteradamente.

Apareció de repente la televisión en blanco y negro, comenzaron a proliferar los coches y así sin darnos cuenta y sin solución de continuidad la sociedad comenzó a cambiar paulatinamente y a gran rapidez.

Al comentar estos recuerdos con mis nietos creo que piensan que procedo de las catacumbas y que vivía en el campo en medio de la nada. La verdad es que hablo de los años 50 del siglo pasado. Y vivía en una zona residencial de Madrid; en concreto en la colonia del Viso. O sea, en la capital de España.

Han transcurrido desde entonces 50 años y en este periodo de tiempo el mundo ha experimentado la evolución más grande de los últimos 2000 años. Y ello ha sido fruto del impacto que las nuevas tecnologías iban produciendo en nuestra sociedad.

Pues bien, siendo esto así, parece ser – expertos lo afirman – que en estos momentos estamos tan sólo en el umbral de lo que está por venir. El comienzo de la era digital comenzó apenas hace algo más de diez años y los expertos vaticinan que estamos ante el comienzo de una nueva época.

El cambio de estilo de vida, consecuencia de las nuevas tecnologías, que la sociedad está experimentando es tan brutal que aún estamos por averiguar el impacto sociológico que este hecho va a producir – está produciendo ya – en ella.

Los indicadores de ello son abundantes. Aconsejo a quien me lea que por un momento se detenga, algún día, allá donde observe una aglomeración de jóvenes. Por ejemplo, a la salida de un colegio. Podrá comprobar con sus propios ojos como la actividad común en todos ellos es la de estar “enganchado” a su “smartphone” al margen de cualquier otra vicisitud.

Es una generación que está en un mundo distinto al que nos encontramos los que ya peinamos canas. Creemos que sintonizamos con ellos pero es algo sobre lo que tengo serias dudas.

Pues bien, incidiendo en lo ya dicho, arriesguémonos a imaginar a dónde nos puede llevar el desarrollo vertiginoso de las nuevas tecnologías.

Y lo haremos desde la óptica del impacto que van a tener en la información, en la automatización de los medios de producción, en la obtención de recursos y en la salud.

A propósito del primero de ellos se hace evidente ya que se van a incrementar las capacidades de almacenamiento y de proceso de datos, facilitando e impulsando hasta extremos de momento inimaginables el uso extendido de las redes sociales con consecuencias difíciles de predecir. Por otra parte es seguro que nos encontraremos en no mucho tiempo con ciudades “inteligentes” donde infraestructuras integradas sostendrán toda clase de servicios. Todos vamos a estar interconectados permanentemente.

La automatización de medios que las nuevas tecnologías en proceso van a propiciar nos llevarán a un incremento de la robotización en todos los campos de la actividad humana. Este es un hecho que ya está en curso en muchas factorías pero su extensión alcanzará a la vida de las personas en todas las facetas de su vida. El incremento de vehículos no tripulados tales como aviones, trenes o automóviles será notable y el impacto en la seguridad se notará positivamente.

La capacidad de obtención de recursos alimentarios con incidencia en la creciente necesidad de agua y en los métodos agrícolas podrán dar solución a muchas de las carencias de hoy logrando quizás terminar por primera vez en la historia con el hambre y la desnutrición.

Igualmente las necesidades energéticas que la sociedad desarrollada requiere encontrarán en las energías renovables procedentes del aire, del sol o de las mareas, entre otras, la solución a las carencias actuales.

Sin duda el impacto en la salud humana va a ser grande propiciando un alargamiento de la vida hasta más allá de los cien años.

Este mundo dibujado siquiera someramente lo tenemos delante nuestro ya. Evoluciona vertiginosamente y no nos percatamos de ello. Adaptarse a estas circunstancias es tarea diaria que nuestro cerebro asimila sin pausa paulatinamente.

Sin duda el impacto en la sociedad moderna es y va a ser enorme. Las consecuencias que pueden producirse de no adaptarse con anterioridad a lo que se nos viene encima pueden ser graves. La sociedad debe estar en permanente reorganización y regeneración. Es algo que debía estar ya implantándose en las escuelas para su asimilación desde ya. Y estamos tardando. Las instituciones tienen que comprender que ya no pueden subsistir en base a organizaciones obsoletas y que deben prever que deberán hacer frente a una sociedad que nada tiene que ver con la actual.

La poca extensión de estas líneas no da para un análisis más profundo, pero creo que lo expuesto es suficiente para percibir un mundo donde pueden predecirse gravísimos problemas sociales si, como ya he dicho, no se toman medidas urgentes de previsión. Envejecimiento de la sociedad, incremento del desempleo, precariedad para mantener las pensiones y prestaciones sociales… etc. son sólo un ejemplo de lo que puede acaecer.

Y termino poniendo como ejemplo a las Fuerzas Armadas, herramienta básica para la seguridad nacional. Los ejércitos son conscientes que el sostén de ese mundo, no idílico, sino real en menos de 20 años, son las nuevas tecnologías de la era digital. La Defensa ha comprendido que una de las amenazas más graves para la seguridad serían los ataques cibernéticos que paralizarían la vida al completo de una nación desarrollada; consecuentemente ha establecido con gran acierto un Mando Estratégico para la guerra cibernética.

Nunca ha sido más cierto en la historia de la humanidad aquello de renovarse o morir.

Fuente: Republica