En los tres artículos anteriores he intentado trasladar al lector, no especializado, lo que han hecho y hacen los infantes de Marina en las recientes operaciones llevadas a cabo en Afganistán y en las aguas del Océano Índico. Han sido breves relatos – someros, sí – pero que pueden haber dado alguna idea de que su tarea no ha sido sencilla ni hubieran sido factible sin una instrucción y un adiestramiento previos adecuados. Factores que tampoco habrían servido de nada sin el soporte moral inherente a quien se juega la vida. Moral que no sólo se tiene sino que también se adquiere y perfecciona. Su eficacia es el producto resultante de un conjunto de factores interrelacionados que en la circunstancia presente de nuestras FAS asombra pervivan ante la situación de penuria en la que nos movemos; y no solo económica sino también de valores.
Hoy las FAS se encuentran de nuevo en proceso de transformación. No hay duda que la vertiginosidad en la que se desenvuelve nuestra sociedad obliga a estar en continua reorganización. Cierto. Pero desde esta aseveración considero de otra parte, también, que bienvenidas sean estas cuando son realmente necesarias; sucede que las más de las veces lo son debido a la imperiosa necesidad de adaptarse a restricciones presupuestarias cuando no, también, alguna que otra vez, a razones difícilmente comprensibles.
Decía antes sobre nuestras FAS que hoy se encuentran en plena transformación. ¿Hoy? Pero si llevamos 40 años seguidos en lo mismo.
Lo que se pretende ahora, una vez más, es alcanzar unas FAS más reducidas – los presupuestos mandan – pero más ágiles, versátiles, de despliegue rápido y tecnológicamente avanzadas. Deberán ser capaces de defender nuestros intereses vitales y estar en condiciones de adaptarse a situaciones en escenarios impredecibles. Vamos, la cuadratura del círculo.
En cualquier caso, por mucho que se escriba, la realidad no cambia pues España deberá hacer frente a retos y riesgos compartidos con nuestros aliados de la UE y de la OTAN, así como a otros que cada vez son más claros y en los que España está y estará seguramente sola. O, quizás no tanto, pues, ahora, algunos de éstos están muy ligados a la amenaza “yihadista” y aquí la Alianza Atlántica parece mostrarse decidida a actuar. Me referiré a esta amenaza más tarde.
La cuestión, para mí, es que el resultado y deseado final de la transformación en curso de las FAS se me antoja cicatero por la entidad escasa de la fuerza resultante. Escasa ante la diversidad de riesgos que el previsible – ya real – mundo globalizado nos presenta. Una penuria minimizada por la fuerte entidad – creciente- de las fuerzas de seguridad, Guardia Civil y Policía Nacional, que asumen cada vez más misiones y cometidos que en última instancia corresponderían por sentido común y también – alguno de ellos – por mandato constitucional a las FAS. Un ejemplo de esto, entre los muchos que se podrían exponer, es el relacionado con la Seguridad Marítima donde las competencias se reparten entre innumerables organismos en lugar de ser la Armada – como siempre lo fue – la única responsable.
La “Declaración de Gales” de la reciente cumbre de la OTAN en Cardiff ha establecido fundamentalmente como objetivos a alcanzar, de una parte el refuerzo de la defensa del este de Europa, con atención especial a lo que está sucediendo en Ucrania – no me extenderé en esto aquí pues en algún artículo anterior ya expuse mi opinión al respecto y honradamente reitero que no acabo de entender esa obsesión por meterse en los asuntos de Rusia. No sé porqué no dejamos en paz a Rusia en su espacio histórico de influencia. Ya está bien de bailarle la moña a los intereses geopolíticos de los EEUU (recordemos a Mc Kinder y a Spykman) – y de otra parte se contempla la amenaza creciente del Estado Islámico y sus intenciones para lograr sus objetivos. Objetivos de los que forma parte nuestra nación.
Con esta última finalidad la OTAN liderada por los EEUU crea un núcleo inicial de coalición en el que se integran inicialmente hasta diez países de la Alianza. Los principales: Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Polonia y cuatro más. Pero… España se queda fuera a verlas venir. Increíble. Una vez más recordando nuestra historia pasada – por ejemplo en las dos últimas grandes guerras – nos quedamos fuera del núcleo duro de la Alianza y eso que esta vez sí que somos objetivos de la amenaza islámica. Esto no hay quien lo entienda. Se alega de una parte que es debido a razones presupuestarias y de otra por prudencia a represalias. En cuanto a la primera decir que no es de recibo y en cuando a la consabida prudencia mejor omito el calificativo real que esta actitud merecería, caso de ser cierta.
Si parece, al menos, que desde un segundo plano nos encontraríamos apoyando la causa mediante cesión de Bases, apoyo logístico, medios auxiliares… etc. En ningún caso con unidades dedicadas al combate propiamente dicho. O sea, jugando en segunda División aunque se disfrace como se quiera.
Luego, que nadie se extrañe que apenas se nos considere en el escenario internacional pues está claro que el que no “apechuga” no sale en la foto.
Cierto, estamos en algunos países del Sahel pero con una entidad de fuerza apenas simbólica y casi siempre bajo la batuta de Francia y de sus intereses.
En definitiva, las FAS se encuentran en estos momentos bajo mínimos históricos. Desvinculadas y desligadas “in crescendo” de cometidos hoy asumidos por la Guardia Civil/otros organismos y minimizada su presencia en el ámbito exterior a una entidad no acorde con la que deberíamos tener por el peso histórico de España, a uno le entran dudas de que es lo que se pretende hacer con nuestros ejércitos.
La cuestión presupuestaria es sin duda una de las razones poderosas que impiden nuestra colaboración con nuestros aliados en el nivel que nos correspondería – el 2% del PIB fija la OTAN mientras que España mantiene un precario 0,9% – pero soy de los que piensan que aquí hay algo más y ciertamente preocupante. Mucho hablar de cultura de Defensa y bla, bla, bla… pero la realidad es que se esconde y priva a las FAS de una presencia efectiva y sentida en nuestra Patria en momentos tan delicados como en el que nos encontramos.
¡Pero si hemos cambiado hasta los desfiles militares en fechas señaladas por ridículos maratones!
Movimientos secesionistas ponen en riesgo nuestra integridad como Patria y como nación hasta extremos insospechados, nuestra frontera sur es violada al antojo del Sultán de Marruecos y mientras la amenaza “yihadista ” nos sobrevuela, nuestras FAS cada vez más reducidas permanecen postergadas como si nombrarlas supusiera mentar a la “bicha”, como se dice en Andalucía.
Pero la verdad es que todo el mundo calla y asiente. No oirá Vd. voz disonante en nuestros ejércitos. Todo es perfecto y maravilloso.
Al menos le queda a uno el orgullo y consuelo – léanse los tres artículos precedentes – de ver como nuestros Capitanes, Tenientes, Sargentos, Cabos y Soldados cuando hay que luchar y combatir no dudan en emular a sus ancestros en la defensa de su Bandera.
Viéndoles yo no pierdo la esperanza.
Fuente : Republica