Los submarinos S-80

submarino S80Con Quevedo podríamos decir:

No he de callar lo del S-80 por más que con el dedo, ya tocando la boca o ya la frente, silencio avises o amenaces miedo.

Ante todo una cosa: es verdad lo que se dice, los submarinos S-80 en construcción en Cartagena tienen un grave problema de pesos, situación en la que, a mi juicio, hay que distinguir tres aspectos:

-el principal: ¿tiene solución todo este embrollo?

-¿Qué responsabilidad tiene Navantia?

-¿Qué ha hecho mal la Armada?

Empecemos pues por lo más importante. Un sobrepeso como el que se ha filtrado existe exigirá probablemente alargar la eslora del submarino en unos 7 metros. En el S-81 habrá que cortar chapa y volver a soldar. En los otros tres, posiblemente aun lleguemos a tiempo. Por ello, los timones tendrán que realizar un mayor esfuerzo lo que, probablemente, obligará a tener que revisar la potencia hidráulica y eléctrica del submarino por si no fuera suficiente.

En prototipos de buques y aeronaves, esto pasa a veces con la consecuencia de encarecer el proyecto y, además, retrasar su puesta en servicio. Alternativamente, se puede decidir disminuir el número de plataformas a obtener para tratar de mantenerse dentro del presupuesto.

En un proyecto como el de los S-80 siempre fue una consideración importante la posibilidad de exportar a otras marinas extranjeras. Precisamente para facilitarla en el futuro, creo que -de estas dos posibilidades- sería mejor la de repercutir el sobreprecio sobre la serie original de cuatro buques en lugar de disminuirla. Con esto se conseguirá un mejor precio unitario, clave para una posterior venta de este tipo de submarinos, a la vez que no se desperdician equipos ya adquiridos.

Naturalmente que no soy ingeniero naval y que esta opinión mía se basa en los pocos datos hechos públicos hasta el momento sobre los que estimar las modificaciones.

¿Qué responsabilidad tiene Navantia en todo este lio? Mucha. Desde que Arquímedes lo formuló, el control de pesos y el lugar donde se coloca en el buque es de una importancia capital. Es inconcebible, y un paso hacia atrás, que se haya fallado en algo tan básico que afecta al centro de gravedad del buque y, por lo tanto, a su estabilidad. Y si esto es así para cualquier nave, en un submarino es vital al variar el centro de empuje de sumergido a superficie.

Los riesgos de un proyecto como el del S-80 se centraban inicialmente en el AIP, un sistema de propulsión que no necesita aire durante largos periodos, lo que permite, a su vez, al submarino no navegar a cota periscópica, donde siempre se arriesga a ser detectado. Este AIP que dotará al S-80 procede de un programa nacional de I+D y es totalmente novedoso; por lo tanto entrañaba riesgos. Pero ¿por qué, paradójicamente, ha fallado algo mucho más elemental que esto como es el control de pesos?

Últimamente, la alta dirección de Navantia ha estado sucesivamente en manos de ingenieros de minas, profesores de macroeconomía, técnicos comerciales, etc., siguiendo criterios políticos y no empresariales. El actual Consejo de Dirección tampoco destaca por sus conocimientos navales y hace utópico pensar que sean ellos los que vayan a acometer la reorganización que esta empresa necesita para sobrevivir.

De ahí se derivaron su vez, cambios del alto personal técnico de Navantia muy discutibles, siguiendo unos criterios de gestión, tambien más políticos que ingenieriles. Se han despedido y desmantelado equipos de ingenieros, especialmente en el astillero de Cartagena, lo que sin duda ha podido influir en que reaparecieran problemas que se creían superados. Creo que habría que investigar todo esto, exigir las responsabilidades personales que procedan y dejar la construcción naval española en manos de quien sabe.

La Armada redacta los requisitos técnicos de sus nuevos buques pero, naturalmente, no los construye. Esta formulación de requisitos es crítica para el éxito del proyecto y mucho más compleja de lo que parece. Además, controla e inspecciona todo el proceso durante su construcción. Hay un órgano técnico en Madrid, la Dirección de Construcciones Navales o DIC, que tiene unos centros de inspección de obras -ICO- en cada Arsenal, entre ellos, naturalmente, uno en Cartagena. Quizás la Armada ha relajado demasiado estos procedimientos de inspección en estos últimos tiempos al suponer que un aspecto tan esencial como el control de pesos estaba bien cubierto por Navantia. Creo que, sin desviar la responsabilidad básica del constructor/diseñador, una de las lecciones aprendidas aquí es que la Armada debe reforzar su capacidad de inspección técnica dedicando a ello -primordialmente- más ingenieros navales que, junto con otros de otras especialidades, forman el Cuerpo de Ingenieros de la Armada. Los navales son los que entienden específicamente de cosas como las que han fallado aquí.

Formé parte, como 2º AJEMA, del equipo que ya hace más de diez años creíamos que era posible concebir y construir aquí un submarino que sirviera tanto a la defensa de España como a la prosperidad de su industria naval. Todavía pienso que esto es posible pero habrá que hacer un esfuerzo adicional para algún día operar submarinos modernos y tener una industria naval pujante.

Quevedo -entre otros- nos enseñó que se puede criticar con ánimo positivo, venciendo el temor a ser mal entendido. Bien podrá hacerse tambien ahora, muchos años después, pese a que las opiniones vertidas aquí puedan incomodar a personas a las que aprecio. Reconocer este tropezón en una trayectoria de éxitos que ha permitido obtener -en precio y plazo- los buques que la Armada necesitó y los españoles pudieron financiar.

Hay que aprender de lo que ha pasado para que no vuelva a repetirse. El primer paso es explicarlo sin temor.

Fuente : ateneadigital