El Consejo de Personal de las Fuerzas Armadas, es un órgano integrado voluntariamente por personal «en activo» de las asociaciones profesionales de las Fuerzas Armadas, que han obtenido representación en dicho organismo tras certificar disponer de unos efectivos asociados en la horquilla entre ochocientos y mil quinientos asociados. Conjuntamente con las Asociaciones se ubican los Jefes de Estados Mayores de los Ejércitos y algunos Oficiales Generales que mandan sobre departamentos sensibles del Ministerio de Defensa, DIGENPER, DIGEREN, etc.
El pasado año dos mil trece representó para dicho órgano toda una odisea,, dada la inexperiencia de los mandos del Ministerio en relacionarse con personal militar de inferior graduación y ante sus reivindicaciones. La falta de procedimientos adecuados, protocolos de comunicación, derechos de los representantes asociativos para la defensa efectiva de los derechos de sus asociados e intransigencia por parte del Ministerio a trasladar las ideas de éstas a las normativas en estudio, han devaluado la institución en breve tiempo. El dos mil trece ha dejado por el camino, dos presidentes de asociaciones militares profesionales encarcelados, una huelga frente al Ministerio de defensa, cambios internos en las asociaciones con representación en el Consejo y mucha desilución entre quienes defienden los intereses de los militares.
Toda este desencanto está desembocando, que los representantes asociativos se planteen si merece la pena estar en un organismo, donde sus propuestas son desestimadas por sistema, sin compasión. Propuestas motivadas, desarrolladas por despachos de abogados, que comparando la jurisprudencia existente y las modificaciones propuestas, remiten informes, ampliamente consensuados por las asociaciones y sus miembros, que ayudarían al Ministerio de Defensa, en el desarrollo normativo. Pero sin embargo la respuesta de este organismo siempre ha sido la misma, desestimar el duro trabajo de Juntas Directivas, asociados y despachos de abogados empeñados en mejorar la normativa y que no encuentran la necesaria y lógica «lealtad» de sus responsables para dar cobijo a sus demandas.
Ahora son las propias asociaciones y en particular la asociación de suboficiales ASFASPRO, con dos mil asociados, la que se cuestiona, ¿para qué están en un foro en el que sus demandas no son tenidas en cuenta?, y se plantean seriamente abandonar dicho organismo. Que una asociación abandone el COPERFAS y renuncie a defender los derechos de sus socios en el foro adecuado y dispuesto por la ley para ello, es un fracaso del Ministerio de Defensa. Aunque mediaticamente hablando «de corto recorrido«, dado que una vez repuesto del shock que significa el abandono de un miembro, el resto de asociaciones continuarían sus trabajos de presentación de informes y propuestas, diluyéndose el impacto inicial, a medida que pasasen los Plenos del Consejo. Lo que pone de manifiesto, la «endeble capacidad de negociación» de estas asociaciones frente al Ministerio, en la que «ni pinchan, ni cortan«. Contrariamente a lo que se pudiera pensar, la debilidad no viene determinada, por la actitud «pasotil» del Ministerio, sino por la de las asociaciones profesionales, que conscientes de su debilidad, no buscan una posición de fuerza conjunta, que obligue a Defensa a proporcionar la anhelada participación en el Consejo.
Las asociaciones profesionales seguirán siendo débiles a los ojos del Ministerio de Defensa, mientras sean incapaces de coordinar sus juntas directivas y sus proyectos para representar a cuanta más masa social mejor que les proporcione apoyo en sus demandas, por lo que el abandono de las asociaciones del COPERFAS parece más una «quimera» que una realidad, a tenor de los intereses particulares de cada organización. En este caso las palabras del Director del Diario La Razón, Francisco Marhuenda estarían plenamente vigentes » las asociaciones son irrelevantes«.
Manuel J. Pérez
Director EDM