La oportunidad manda. Ayer el presidente de la Generalidad, don Artur Mas, daba la impresión de tirar la toalla al reconocer que no habría ni el referéndum ni la consulta que había convocado para el 9 de noviembre, mediante decreto firmado con toda solemnidad y tramoya el pasado 28 de septiembre en el Palau de la Generalitat. Suspendido tal decreto por el Tribunal Constitucional, parecía que el estado de derecho y la cordura se habían por fin impuesto, tras dos años en los que el President ha venido estrujando la ley para obtener el zumo que mejor venía a sus propósitos independentistas. Dos años, asimismo, de alianza contra natura con la izquierda republicana. Una compañía de viaje hacia la independencia inmediata. Un viaje a la nada. Un viaje a la frustración.
Pero esta mañana, hace un par de horas, en una comparecencia de don Artur ante los medios de comunicación, éste ha frustrado esa esperanza de ver plenamente restaurados la credibilidad de una plena estabilidad política y la seguridad jurídica características del estado de derecho. Porque el Sr. Mas ―el representante ordinario del Estado en Cataluña―, ha afirmado lisa y llanamente que “el adversario real de Cataluña es el estado español”(sic). Tal afirmación deslegitima al molt honorable para ostentar esa representación estatal en la CA de Cataluña. O, en otros términos, le inhabilita, al menos moralmente, como presidente de la Generalidad. Está supuestamente incurso en ilegitimidad de ejercicio.
Además, aunque ha reconocido que el consenso partidista se había deteriorado en la reunión de ayer de los partidos soberanistas, ha asegurado que “se mantiene intacto el compromiso del Govern de consultar al pueblo el 9N”. Ha afirmado asimismo que habrá “victoria o derrota, ganar o perder”(sic); es un pulso que echa al Estado. Y ha esbozado su concepto de la “operación”: basada en “marcos jurídicos pre-existentes para convocar”; no habrá nuevo decreto de convocatoria; habrá consulta, locales, mesas, urnas y papeletas con las mismas preguntas que se anunciaban en el decreto de convocatoria de la consulta del 9N; y se podrá votar a partir de los 16 años mediante la presentación del DNI con domicilio en Cataluña.
En definitiva, el President va a hacer un referéndum de sobaquillo. Huele que apesta a fraude de ley. Me trae a la memoria esa figura de la que, hace muchos años, oí hablar en Cádiz: la “mojama de bragueta”. Se decía que, en algunos pueblos próximos a los secaderos de mojama ―delicioso salazón de lomo de atún en pieza entera―, se vendía “mojama de bragueta”. Se aludía así al poco noble lugar por donde se escamoteaba la mojama, hurtada del saladero por algún operario poco leal a su empresa. Un producto que, además y por razones obvias, daba cierto tufillo. Pues bien, a mí esa persistencia del Sr. Mas en intentar burlar la ley y consultar a pesar de lo que diga la ley “haciendo lo mismo que queríamos pero de forma distinta” (sic), me parece, simplemente, que trae bajo el brazo, en el sobaquillo, un verdadero “referéndum de bragueta”.
Si se le permite, claro. Que eso está por ver. Porque lo que decía, ¡hace dos años!, sigue vigente. “Debo recordarles mi receta: nada de atajos, Constitución al canto, estado de derecho y aplicación oportuna y eficaz de la ley. Y ahí nos las den todas”. Así concluía el post ”ENTREMÉS CATALÁN” del 26 de octubre de 2012. Con ello remataba lo que afirmaba en otro, “APAGAR EL FUEGO”, del 13 de septiembre anterior”: “Una secesión, un estado catalán independiente, es hoy impensable”. Así es que: ¡Ja veurem!
Fuente : Pitarch