Hoy llega al Congreso de los Diputados el debate y la votación sobre la petición del parlamento catalán para que el Gobierno de España le ceda a Cataluña la capacidad de convocar una consulta secesionista, lo que será rebatido y rechazado -como ya ocurrió con el plan Ibarretxe- en una sesión parlamentaria a la que no se ha atrevido a comparecer el presidente catalán Artur Mas, quien será sustituido por tres parlamentarios de CiU, (Josep Turull), ERC (Marta Rovira) e ICV (Joan Herrera). Intervenciones a las que se espera que responda el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy -quien haría mal en no tomar la palabra-, así como el líder del PSOE de la oposición Alfredo Pérez Rubalcaba, y el resto de las minorías, donde se anuncia un discurso duro de Rosa Díez en nombre de UPyD.
Esto ocurrirá en Madrid mientras en la escena internacional crece la tensión sobre Ucrania por causa de la rebelión pro rusa en la región de Donetsk -de habla rusa- donde una gran manifestación ha ocupado la sede del gobierno regional y anunciado para el día 11 de mayo un referéndum de independencia. Lo que agrava aún mas la crisis de independencia de Crimea y aumenta el riesgo de la desintegración del país alertando a los países de la UE y de la OTAN que declararon ilegal el referéndum de Crimea, lo que en cierta manera está en línea con los planes secesionistas de Artur Mas y que ha encendido todas las alarmas en el seno de la Unión Europea, donde se empieza a mirar con la mayor preocupación el disparate nacionalista de Cataluña.
El debate de la consulta catalana del Congreso de los Diputados va a escenificar un nuevo espectáculo de desencuentro entre el nacionalismo de Cataluña y el conjunto de España, una vez que tanto el PP, como el PSOE, UPyD y diputados del Grupo Mixto aunarán una importante mayoría en contra de este proceso. Y esa nueva ruptura aumentará la brecha entre Madrid y Barcelona y hará difícil o imposible cualquier fórmula de diálogo como la federal que pide el PSOE, porque está claro que Mas y sus aliados solo quieren la independencia y que el Gobierno de España negocie su referéndum o consulta, lo que es imposible porque está fuera de la Constitución y supondría renunciar a la soberanía nacional española de la que el pueblo español es el único depositario.
Puede que el presidente Rajoy envíe a los ciudadanos catalanes mensajes y señales favorables a la revisión de su balanza fiscal y modelo de financiación autonómica, e incluso mejoras en el seno del estatuto, y que Rubalcaba reafirme su propuesta federal con la reforma incluida de la Constitución como punto de encuentro y de apertura de un ‘diálogo constitucional’. Mientras Rosa Díez será más intransigente con el desafío catalán, rechazará toda concesión y exigirá al gobierno que actúe contra los secesionistas, que ya han pisado en reiteradas ocasiones la raya de la legalidad. Mientras que Cayo Lara dice apoyar la unidad de España pero también la autodeterminación catalana lo que es una clara contradicción.
Si añadimos que estamos en vísperas de las elecciones europeas del próximo 25 de mayo, a las razones de fondo y de legalidad que impiden una negociación con la Generalitat sobre el proceso de la independencia catalana, habrá que añadir el efecto que todo ello puede causar en el electorado del centro-derecha español. De ahí que los gestos de Rajoy sobre concesiones a Cataluña no se espera que sean ni precisos ni importantes porque, en realidad, toda esta crisis se debatirá en foros más discretos y permeables después de la cita electoral del mes de mayo.
Lo que sí hará Rajoy en este debate -en el que en cierta manera arranca la campaña electoral europea- es insistir en la mejora de la economía española como fuente de cohesión nacional y de la recuperación de la economía catalana, a la vez que no van a faltar alusiones a la crisis de Ucrania agravada por los acontecimientos de la región de Donetsk. Lo que debe llevar a la UE a una urgente declaración institucional en contra de estos procesos de la ruptura de la unidad nacional advirtiendo que no se tolerarán y menos aún en el territorio de la Unión Europea, lo que tendría un claro efecto disuasorio frente a las iniciativas temerarias de Artur Mas.
Fuente : republica