Adoctrinamiento

Juan_ChicharroNo hay peor ciego que el que no quiere ver. Lo que está sucediendo hoy en Cataluña es real. Por desgracia un elevado número de catalanes asumen como deseable la segregación de Cataluña de España y constituir una nueva nación. Las incontables muestras que en forma de manifestaciones vemos casi todos los días son una realidad que no se puede obviar. Sin embargo leo y observo reacciones que minimizan este hecho y tan solo aspiran a solucionarlo mediante la aplicación estricta de la Ley. En un Estado de derecho las normas están para cumplirse, y así deberá ser, pero nadie piense que esta actitud dará solución a un problema nacional.

Que en Cataluña ha existido siempre un sentimiento nacionalista segregador es algo que no se puede negar, si bien, en mi opinión, circunscrito históricamente, hasta hoy, a una minoría de la población. Una minoría dominante que ha sabido en los últimos tiempos ciertamente manipular y adoctrinar hasta límites insospechados al conjunto de la población. Y he aquí el problema. Lo han hecho muy bien.

Hoy, nos encontramos con la realidad de que determinadas élites sociales han conseguido que la identidad nacional española atraviese una de sus peores crisis históricas. Y por cierto, no olvidemos que parte de esas élites, en concreto algún sector de la burguesía, es la misma que fervorosamente recibía y agasajaba con entusiasmo, no hace mucho, al mismísimo General Franco, lo que pone de manifiesto que en el fondo lo único que le interesa es la defensa de sus intereses particulares y nada más. Es la historia de siempre en la que las masas populares son manejadas al arbitrio de los que detentan los instrumentos del poder, en especial los de la opinión y la educación.

Lo que ha sucedido en Cataluña – todo cuanto digo es extrapolable también al País Vasco – es simplemente que su población ha estado sometida a un intenso adoctrinamiento en el que las ideas nacionalistas se han incrustado en su núcleo hasta extremos preocupantes.

Cataluña ha sido objeto de una especie de guerra psicológica de carácter doctrinal y sectaria que ha movilizado emociones a través de las ideas influyendo en los comportamientos individuales y colectivos.

Vaya por delante que si el adoctrinamiento en las sociedades democráticas no va acompañado de agresividad, exclusión, intransigencia ni confrontación social es algo absolutamente legítimo. El ser humano necesita doctrina para alimentar su conciencia y guiar su conducta a lo largo de la vida.

Ahora bien, aquí no ha sucedido esto. El problema del adoctrinamiento al que nos enfrentamos es que determinadas políticas nacionalistas al amparo de la omisión de muchos responsables – todo hay que decirlo – han impartido su doctrina recurriendo a procesos que rayan en la imposición, la manipulación y el engaño no dejando libertad de opción a los catalanes que están siendo objeto de cambio de ideas, creencias o valores.

El ensañamiento con la nación española ha alcanzado límites inconcebibles a través del uso continuado de la mentira y la tergiversación de la historia. Y, lo que es peor, ante la inacción de aquellos que ofuscados con solucionar sus problemas de partido no han sido capaces de evitarlo, mientras que otros se avienen a todo tipo de componendas. En ambos casos la terminología militar denomina a esta situación de forma nítida: rendición.

A mi todo este proceso me recuerda en gran medida lo que la historia nos enseña del nacional socialismo en la Alemania de los años treinta. Sin duda Leni Riefenstahl sería feliz de haber podido filmar las dos últimas “Diadas”.

En la Alemania nazi el Estado totalitario se constituyó en el depositario máximo de los mecanismos de adoctrinamiento a través de la educación, en los procesos de socialización primaria. Todo el Estado se volcó en adoctrinar a su población para que aceptaran el estatus político de su nación aislando a aquellos disidentes opuestos al curso de los acontecimientos.

Lo que vemos en las expresiones de todos aquellos que han vivido reverencialmente las “Diadas” es algo “déjà vu”.

El adoctrinamiento de la población catalana ha conseguido efectos sobre ésta que rayan en la abducción. Basta con observar como recientemente hasta renombrados deportistas que siempre han defendido los colores españoles con entusiasmo se decantan por las posiciones separatistas. Esta es la realidad y negarlo sería necio.

¿Recuerdan a los Gasol, Piqué, …etc., cantando aquello de ” yo soy español”…? ¿Y a Xavi gritando Viva España?

¿Es que son unos cínicos o tienen miedo?

En absoluto. Son el producto típico del adoctrinamiento. Están abducidos.

Sin embargo a partir de este reconocimiento de ninguna manera cabe la posibilidad de caer en la tentación de rendirse a esta evidencia, por su inconsistencia histórica e ilegal. Es hora de mantener la vigencia de valores superiores como son de una parte los del imperio de la Ley y de otra – a ver si se entera alguien – que Cataluña es España desde hace 500 años y que no se puede romper por los anhelos interesados de unos pocos Iluminados que han sabido manipular, adoctrinar y abducir a una población susceptible a todo ello con tanta facilidad.

Y, ¿ahora qué?

Ante todo cumplir la Ley con todas sus consecuencias, pero a partir de aquí se deberán establecer cuantas acciones sean necesarias para que la verdad y el sentido común recuperen su sentido en la sociedad catalana.

Hay que denunciar las tentaciones de todos aquellos que suplantan las conciencias de los catalanes con ideas que convergen con sus programas políticos a fin de manejarlos como simples objetos de su política.

Una detallada lectura de lo que el lingüista Noam Chomsky – profesor emérito en el Instituto Tecnológico de Massachusetts – desarrolla a propósito de las “Estrategias de Manipulación Mediática ” puede dar luz a aquellos que aún no han sabido comprender qué es lo que ha pasado en Cataluña.

Aconsejo su lectura, si bien le será más fácil el leer, o releer, lo que desde esta misma columna, con mucha más modestia, escribí – En el blog “Proa al Viento” – hace ya un año en dos artículos titulados ” De libro ” y “de libro II”.

Fuente : Republica