Cuando la palabra «honor» es solo una palabra del diccionario


Las Fuerzas Armadas y sus integrantes han tenido, tienen y tendrán a buen seguro siempre en su ideario la palabra «honor». En su primera afección en el diccionario de la Real Academia Española determina que honor es «Cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo.», sin duda tal desarrollo de la palabra conforma una gran responsabilidad por su «cualidad moral», se sobreentiende que aquellos que tienen «honor» tienen una gran cualidad moral y responsabilidad. En su segunda afección la RAE indica «Gloria o buena reputación que sigue a la virtud, al mérito o a las acciones heroicas, la cual trasciende a las familias, personas y acciones mismas de quien se la granjea.», sin duda es aun más concluyente y determina aun más a la persona que hace gala de disponer de dicha virtud. He ahí que aquellas personas que integran la profesión de las armas se les presupone que gozan de dicha cualidad moral, pero aquí es donde aparece el primer escollo.

Las últimas denuncias publicadas por los sufridos militares accidentados en actos del servicio o ajenos a él, denuncian ese «deshonor» de quienes tienen a gala dicha virtud. Prometen y se comprometen mediante acuerdo tácito y verbal a solventar los problemas de personas que han dependido de ellos (como ente corporativo), pero que a la hora de la verdad traicionan y abandonan. Tal vez para salvar esa virtud moral que se les presupone a algunos militares de alto rango que comprometen su palabra ante sus «compañeros«, fuese mejor decirles la verdad, simple y llanamente, «que no depende de ellos«, pero lo ordenado es quitarlos de en medio cuanto antes. Que al fin y al cabo ellos son solo parte de una maquinaria que engaña, traiciona y deshora las armas. Y dado que deshonrar es «quitar la honra o el honor a una persona«, sin duda aquellos que han mentido y permitido que personas como el CLP Merino, el Soldado de Infantería de Marina Fontao o el mismísimo Teniente de Infantería de Marina Jose Manuel Candon y muchos otros más anónimos, se hayan ido a casa con falsas esperanzas o con la palabra dada de un militar de alto rango que se deshonra asimismo y al resto de militares  al «mentir«, sería mejor que velase por esa virtud moral a la que esta dispuesto a renunciar para ascender. Porque hoy día, ser militar y honrado ya no esta garantizado, ya que algunos venden su alma al diablo por un ascenso.

Aquellos versos que enaltecían las archiconocidas palabras de Don Pedro Calderón de la Barca «Ese ejército que ves … no es más que una religión de hombres honrados.«, ponen de manifiesto que a día de hoy existen dos realidades en las Fuerzas Armadas los honrados soldados y los «otros» los ‘pofesionales‘ de la milicia que traicionan sus valores y se deshonran asimismos, por no se sabe que. Los militares deben volver a ser hombres de valores, personas que anteponen su palabra al politiqueo, a la pantomima o al engaño. Por ello difícilmente volveremos a tener a otro Blas de Lezo, a otro gran estadista y militar que pueda decirse que vivió y murió con honor.