La residencia militar de atención a mayores Virgen del Carmen, situada en el barrio de Carabanchel, en Madrid, dentro del recinto del Hospital Central de la Defensa, tiene los días contados. El ministerio de Defensa planea cerrarla en junio y recolocar a los residentes de este centro en las otras dos residencias militares para mayores que dependen de la Dirección de Asistencia al Personal (DIAPER) del Ejército de Tierra: la residencia de Guadarrama (Madrid), a 54,5 kilómetros de la capital, y la del Perpetuo Socorro, en Burgos (Castilla y León), situada a 250 kilómetros. Los traslados, de hecho, ya han comenzado. A finales de 2012 había 106 internos en esta residencia, que tiene 160 habitaciones individuales. De ellos, quedan 65, según fuentes de la propia residencia. El motivo del cierre esgrimido por Defensa, que desconoce cuántos residentes viven ahí, es que los complejos de Burgos y Guadarrama tienen más plazas y están en mejores condiciones que la residencia militar de Madrid, que asegura que se está empezando a deteriorar. Según este ministerio, el arreglo de los desperfectos saldría más caro que trasladar a los ancianos. Lo que no concuerda con la visión del inspector de la comunidad de Madrid que realizó en enero de este año una inspección rutinaria a esta residencia y que no reflejó en el acta que hubiese ningún desperfecto, según revela la Consejería de Asuntos Sociales.
El centro presenta un aspecto cuidado. Los ascensores son de última generación y las paredes muestran el aspecto de haber sido pintadas recientemente. Los pasillos no están obstruidos por material descuidado ni desperdigado. Y dentro las habitaciones son espaciosas: alrededor de 10 metros cuadrados para una persona sola.
En esa misma visita, el director de la residencia, el comandante Enrique Hernández, le comunicó a este mismo inspector que el cierre del centro estaba previsto para junio, tal y como aseguran desde la propia consejería de Asuntos Sociales.
El Coronel Arias, de la Diaper, confirma el traslado de estos residentes pero niega que haya ningún plazo para desmantelar la residencia, que tiene 128 trabajadores. De ellos, 10 son enfermeros y tres, médicos. Cinco de esos enfermeros y uno de estos médicos están contratados por el grupo EULEN y, según dicen, terminan contrato el 31 de marzo.
Los ancianos se enteraron del cambio de ubicación por carta. El 19 de diciembre de 2012, los mayores de esta residencia recibieron una carta de la dirección de asistencia al personal en la que se les informaba del traslado a los centros de Guadarrama (209 plazas en habitaciones dobles) y del Perpetuo Socorro (47 habitaciones individuales y siete dobles) debido a que “la nueva normativa, mucho más exigente” no le permite al Ejército de Tierra seguir ofreciendo dichas prestaciones al personal asistido de esta residencia; es decir, aquel que no puede valerse por mismo. Pese a que el contrato de admisión especifica que en caso de pasar “a la condición de asistido/a, [el residente] deberá abandonar la residencia, fuentes del personal sanitario de este centro aseguran que la residencia Virgen del Carmen lleva años prestando este tipo de atención y que disponen de instalaciones adaptadas como baños geriátricos, grúas, sillas de ruedas, sujeciones mecánicas “y todo el material necesario”, describen.
Los familiares han presentado varios escritos oponiéndose al traslado
Los militares afirman en su escrito que ha venido realizando un “considerable esfuerzo económico y de personal” pero que se han visto obligados a eliminar “en breve plazo” la atención socio-sanitaria de estos residentes. Un supuesto que hacen extensible a los internos menos dependientes dado su previsible envejecimiento. De los que quedan, 20 son asistidos y el resto, 45, se valen por sí mismos. Defensa afirma que cada vez hay menos residentes a los que prestar este servicio porque cada vez hay menos militares en esas condiciones por las reducciones de plantilla; “lo que provoca que haya residencias medio vacías”. Así, este departamento entiende que este tipo de internos “ya no son militares técnicamente” por lo que correspondería a las distintas comunidades ocuparse de ellos.
A comienzos de enero, los ancianos de la residencia Virgen del Carmen recibieron una segunda carta de la Diaper para conocer sus preferencias de traslado. Según denuncian varios de sus familiares, muchos de los residentes firmaron por miedo a quedarse sin plazas en Guadarrama y tener que irse a Burgos, algo que Defensa niega. Este ministerio asegura que no se presionó ni se coaccionó “a ningún residente”, y que los que se han ido lo han hecho “de forma voluntaria”.
En esa segunda misiva, la dirección de asistencia al personal ofrece la posibilidad de efectuar gestiones ante otras residencias civiles que, según dice, ofrecen precios especiales a los componentes de las fuerzas armadas, pero nadie de la Consejería de Asuntos Sociales de Madrid tiene conocimiento de que se hayan efectuado dichas gestiones. Este organismo asegura que, en cualquier caso, nunca se le ha hecho un precio especial al personal militar.
Defensa explica que el edificio se está deteriorando y hay otros en mejores condiciones
Rosa y Emilia Silva tienen a su madre, Gregoria, viuda de coronel, de 97 años, ingresada en la residencia de Carabanchel desde hace 20 años. Es asistida y aseguran que está bien atendida, y que nadie había solicitado antes el traslado. Según dicen tampoco les han dicho si van a cerrar o no la residencia. Estas hermanas han presentado varias quejas ante la dirección del centro que no han sido respondidas, afirman. También se han ofrecido a pagar más, pero la decisión del Ejército parece irrevocable. Los residentes de la antigua residencia Carmen Polo de Franco pagan el 75% de la pensión que les corresponde por ser viudas o cónyuges de militares o directamente exmililitares. El pago se calcula en base al rango alcanzado durante la vida activa, aunque viene a ser de entre 600 y 800 euros y hasta un máximo de 1.320 euros, que es el tope de copago. El mismo tipo de atención que recibe Gregoria –una habitación individual para una persona asistida de 97 años- saldría por algo más de 2.000 euros al mes, según el cálculo de varias residencias privadas. “Muchos de nosotros no tenemos el dinero que cuesta mantener a alguien en otra residencia”, se quejan sus hijas.
El cambio de residencia les ocasionaría a estos ancianos, según sus allegados, una pérdida de intimidad –al pasar de habitaciones individuales a dobles–, además de verse afectada su salud, entienden estos, «en especial los residentes reumáticos y con artrosis a los que les viene fatal el clima de la zona», dicen las hermanas Silva. “Por no hablar de la pérdida de libertad: aquí salen cuando quieren, hacen su vida en el barrio, van a tomar café al lado de la residencia, se dan sus paseos y allá están alejadas de todo. También de sus familiares», añaden. Una de las residentes cuenta que, en su caso, sale todos los días para cuidar de su hermana, más dependiente. Tiene 90 años y dice que no tiene más familia: “Si me mandan a Burgos o a Guadarrama, nos moriremos las dos de soledad”.
Fuente: El País