Tarde o temprano el conflicto de Ucrania puede beneficiar a España, no porque políticamente lo que allí está sucediendo tenga algo que ver con Cataluña, como nos quiere hacer creer el ministro de Asuntos Exteriores García-Margallo, sino porque puede salir beneficiada nuestra industria del gas, uno de los elementos que está moviendo el contencioso.
De este modo nuestro país puede convertirse en la gran esperanza de Europa en cuanto al suministro de gas, si el actual conflicto se enquista y Rusia toma medidas en cuanto al suministro a Europa, la mayor parte del cual pasa por Ucrania, la antigua república soviética que está viviendo, un auténtico enfrentamiento civil en varias provincias del Este con la población pro rusa sublevada contra Kiev, en un intento de conseguir la independencia, igual que ha sucedido en Crimea, con un referéndum que prácticamente la ha incorporado a la esfera de Moscú.
Hace unos días Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia pidieron conjuntamente a Estados Unidos que acelerara al máximo sus posibles exportaciones de gas natural licuado hacia estos países. Y es que el conflicto en Crimea, ha puesto de nuevo al descubierto el punto débil europeo en temas de seguridad energética: un punto débil que está en Rusia, de donde viene el treinta por ciento de todo el gas que consume la UE. En estos momentos, la Unión Europea importa el 85% del petróleo y el 67% del gas natural que necesita, y la tercera parte de ese gas proviene de Rusia.
Y no es ningún secreto que históricamente Rusia ha sabido cómo gestionar a favor de sus intereses la extrema dependencia del continente europeo de su gas. En sus manos la energía es un arma diplomática de primer orden, que ha venido utilizando con el mayor descaro. Esa dependencia energética es un mal que afecta en mayor o menor medida a casi todos los miembros de la Unión, y del que solo se salvan algunos países como España.
Nuestra principal debilidad (la carencia de interconexiones gasísticas y eléctricas con Europa) se ha convertido en una inesperada fortaleza durante esta crisis. Pero el hecho de que estemos aislados de los efectos adversos de un posible corte en el suministro del gas ruso, no es una buena noticia a medio y largo plazo. El miedo europeo ante un posible problema de suministro de gas ruso no es infundado.
En dos ocasiones, 2006 y 2009, Rusia decidió cerrar a cerca de una veintena de países europeos en pleno invierno. No cabe ninguna duda de que a la vista de los acontecimientos en Ucrania, puede utilizar en un momento determinado el gas para castigar a una Europa que, asustada, en la última Conferencia de Ginebra ni siquiera se ha atrevido a echarle en cara, todo lo que ha pasado en Crimea. El silencio y la inutilidad de la alta representante europea de política exterior Catherine Ashton han sido clamorosos.
España es el único país de la UE que, de modo anti-cíclico, ha cubierto ya la mitad de sus necesidades de gas, recurriendo principalmente a dos gaseoductos argelinos. Uno de los gasoductos, cuyo nombre es “MedgazII”, parte directamente del campo de gas natural de Hassi R‘Mel y llega hasta Almería pasando bajo el Mediterráneo. El otro, llamado “Duran Farell”, sale de Argelia y llega a la Península, pasando por Marruecos y el Estrecho de Gibraltar. A esto cabe añadir siete grandes regasificadoras en España, es decir plantas que reconvierten el gas líquido que llega al país a bordo de barcos. España se ha convertido en uno de los países líderes en la exportación de gas líquido, superando, incluso, a un país de referencia en ese sector como Noruega.
Tras la anexión rusa de la península de Crimea, los líderes de la Unión Europea acordaron en una cumbre en Bruselas del 21 de marzo reducir la dependencia del gas ruso. Para nuestra alegría, hasta el presidente francés François Hollande dijo en la cumbre, que la UE puede mejorar la seguridad de sus suministros de gas construyendo más interconexiones. A medida que se propaga la inestabilidad al este ucraniano, la Comisión Europea, el Ejecutivo del bloque, está elaborando planes, que se presentarán en el mes de junio, para diversificar las fuentes de energía.
Los responsables españoles y especialmente el propio presidente del Gobierno Mariano Rajoy, quieren y así lo ha dicho en el Parlamento, que en esa estrategia se dé prioridad a un nuevo gaseoducto llamado MidCat que va a través de los Pirineos orientales, pasa por Navarra y llega hasta Francia, y que permitiría a los proveedores bombear casi 15.000 millones de metros cúbicos de gas al año al Norte, el equivalente de más o menos el 9% de los suministros procedentes de Rusia. España ya es el mayor exportador de GNL de Europa y con este nuevo gaseoducto se convierte en el primer suministrador de Europa con todo lo que eso significa para la industria española.
Fuente: Republica