Tenemos la suerte hoy de entrevistar a Javier Yuste, novelista al que agradecemos que nos haya concedido esta entrevista para presentarnos su libro «Los últimos años de primera guerra«
EDM: ¿Qué le motivó a escribir esta novela?
JY: Fue un desafío. Quizás el mero anhelo de alcanzar la materialización del sueño de todo aquel que se considere lector. De alguien que aprovecha cada ocasión para introducirse de lleno en mundos de papel o de bits, ahora con los ebooks. Todo lector quiere, en lo más hondo de su alma inquieta, ser escritor y hacer que la historia no se quede en la última página.
No solo es leer las aventuras de Sandokán y del capitán Nemo o pasearse por la calle Morgue.
Todos tenemos los ánimos de crear nuestros propios mundos. No hay que esperar a terminar todos los volúmenes de esos autores para sentir esta llamada.
Decidí ponerme manos a la obra y dejar atrás la falta de disciplina y la pereza a la que me abocaba una escasa cantidad de relatitos creados en varios años. Dejé atrás, casi definitivamente, el mundo del cómic, donde me veía incapacitado por mi poco arte, y centrarme en las letras.
El salto hacia adelante, a una novela. Fue un reto presentado por amigos y conocidos, personas que habían leído lo poco que había escrito y otras que iba encontrando en mi senda y que ya tienen un nombre en esto de publicar libros, como Luis Mollà.
Fue el demostrarme a mí mismo que podía.
Comencé a quitarme fines de semana, vacaciones, ratos de ocio e, incluso, todos los días, intentar escribir una línea para que creciera. Sí, de ser escritor de fin de semana es como se consigue algo así.
EDM: ¿Por qué la ha basado en la Segunda Guerra Mundial? ¿Dónde se ha documentado usted?
JY: Siempre me ha atraído la II Guerra mundial y todo lo relacionado con ella. De alguna manera, he crecido con ella gracias al cine y a la televisión. Pero a las pocas hojas me di perfecta cuenta de que era una verdad como un templo lo que afirmaba Arturo Pérez-Reverte, con patente de corso: cuando se escribe en el universo de la Historia (y en otros muchos), la investigación, esa labor ardua y pesada, agobiante y hasta frustrante, el deseo de profundizar algo más allá de la superficie, es lo que distingue a los escritores. Llegó a descalificar a aquellos que no se molestan a tocar ese mundo con los dedos, como de simples “cachos de carne que escriben.”
La historia que quería escribir no era nada sin la verdad. Por un lado estaba ese personaje principal, James Edgar Larrabeitia, y lo que le rodea. Sentía a mi protagonista en un telón de fondo blanco.
Con esa falta real de conocimientos históricos y técnicos sobre la II Guerra Mundial no vale con ser un simple aficionado para escribir. Hay que vivir aquella época. Hay que acudir a webs creadas por hombres y mujeres que vivieron esa contienda, hemerotecas digitales al otro lado del Atlántico, repletas de documentos desclasificados…Ebay también. Fue una maravilla acabar amoldando mi proyecto con la ayuda de escritores, historiadores y veteranos de la IIGM.
Pronto me vi, sin conocer siquiera cómo seguiría más allá de las primeras páginas, aprendiendo estructuras, organigramas, eventos, funcionamiento de armas… Algo que nunca creí que necesitaría saber o que creía que con lo que tenía en la cabeza era suficiente. Todo ello fue cambiando la historia. Tanto que hasta el final de la novela se debe a una página web que encontré de casualidad y a un programa de radio.
Llegué a suscribirme a revistas especializadas estadounidenses, a escuchar solo música de los ’40, aprender jerga, bailes de la época, y algo de la vida civil en el “Homefront”; a comprar manuales auténticos de la US Navy de 1944 de marinería y artillería naval; un mapa de 1943 editado por el Chicago Daily; una monografía sobre las acciones de los destructores estadounidenses escrita por Theodore Roscoe a principios de los ’50; folletines de época y a leer y leer. Aún así, solo pude llegar algo más allá de esa dura piel superficial de la realidad y queda mucho por aprender. Quizás de allí puedan surgir algunos errores involuntarios.
Estudios de organigramas, estructuras burocráticas y ordenanzas, junto a cuadernos de bitácora desclasificados, sembraban mi mesa de escritura mientras las páginas iban brotando de mi imaginación. Se iba creando la figura de James Edgar “Lars” Larrabeitia, de ascendencia española, segundo de artillería de segunda clase a bordo del destructor USS Narvhal DD- 524, clase Fletcher, un buque inventado que ocupaba su puesto “real” de entre los proyectos desechados de esta serie. Un buque como los que tuvimos en la Armada Española hasta bien entrada la década de 1980: los famosos “Cinco Latinos” y que introduje en las misiones verídicas del Escuadrón de Destructores 48 de la Marina de Guerra de los Estados Unidos en el Pacífico, desde San Diego hasta Filipinas. Recuerdo bien que escribía en no pocas ocasiones con el programa Google Earth abierto, siguiendo una a una las entradas del cuaderno de bitácora y el diario de guerra del USS Abbot.
Me di cuenta de que una vez teniendo en tu poder toda la realidad histórica, tienes la posibilidad de crear la ficción, no al revés.
EDM: ¿Ha recibido apoyo de algún organismo nacional o internacional para documentar su novela?
JY: Al menos, de forma pública, no.
Aunque he podido contar con la desinteresada aportación de veteranos de guerra gracias a la página del USS Abbot, así como el conocimiento de expertos en materias navales, con sus propias anécdotas, miniclases por teléfono o pasándome apuntes de variadas formas.
El camino de la documentación es más bien solitario, de estar bajo la luz de un flexo leyendo en espacios polvorientos o a través de Internet, aunque más allá de las hemerotecas que ponen a disposición de quien quiera organismos como la Biblioteca Nacional de España o la del Congreso de los Estados Unidos de América, no he acudido, quizá de forma necia, en su auxilio, decantándome por proyectos altruistas y personales de compartir el Pasado de la forma que sea. En mi caso, en el aspecto de la II Guerra mundial.
Todo mi agradecimiento para ellos.
EDM: ¿Que aceptación ha tenido su novela entre el publico en general y sobre el militar en particular?
JY: Tengo más conocimiento sobre la aceptación entre el público militar que el civil ya que de las personas que se han hecho con mi libro, la mayoría, sirven o han servido en las FAS.
El título y el género en el que parece embarcarse la novela hace llamar la atención a este tipo de lector, aunque en realidad la guerra no es más que un telón de fondo donde vive el protagonista principal, en un mundo donde los sentimientos se multiplican hasta el infinito, como sucede en un conflicto armado, tanto para el mal como para el bien.
Lo primero que me comentan aquellas personas que me han hecho llegar sus impresiones, tanto civiles como militares, es la historia tan real que he conseguido tejer a lo largo de esas cientos de páginas que conforman el diario ilegal del artillero Larrabeitia. Hay quien ha dicho que ha acabado considerándolo como un amigo que se le confiesa. Es una historia que comienza en la casa del protagonista y que termina a medio mundo de distancia. Un diario en el que no todos los días tienen el mismo sentido, ni la misma extensión. No es lo mismo que el protagonista escriba en la tranquilidad de su casa que en mitad de una operación de desembarco, cuando está con la chavala o cuando no paran de cargar los pañoles con provisiones y munición.
Quise traer emociones vivas y reales, que podemos sentir todos y cada uno de nosotros.
De unos años para acá, el género bélico ha decidido dejar atrás el relato en tercera persona. Q uiere que el propio protagonista hable. Se quiere ver a esos hombres como entes individuales, como personas de carne y hueso, no solo sombras que caen en el fondo de la acción. Se podría hablar a este respecto largo y tendido con obras como “La delgada línea roja” (tanto en el trabajo de James Jones como en su adaptación cinematográfica) o las recientemente redescubiertas obras personales de Robert Leckie (“Mi casco por almohada”) o Eugene Sledge (“Diario de un marine”), que inspiraron la serie HBO “The Pacific”.
Y el segundo aspecto que la mayoría resalta, además de la estructura y el hilo de la historia, es la gran labor de documentación que se demuestra en cada página, en cada esquina, en cada nota al pie, que va desde lo que se comía en aquellos años a lo que escuchaba por la radio, pasando, claro está, por mil y un aspectos diarios y rutinarios, que no por eso de escasa importancia, de la labor a bordo de un buque de guerra. Un día a día que les ha ido cautivando
hasta el final, donde se le da una vuelta de tuerca a la historia, con un enfrentamiento cara a cara con la Guerra y que ha gustado mucho.
A pesar de los problemas de distribución y otros que no se esperaban, estoy muy contento del buen sabor de boca que está dejando en los lectores esta novela que ha marcado mi vida, pero que ya no es mía, sino de esas personas que han navegado por sus páginas.
EDM: Es su primera novela, sin embargo ¿ha escrito usted algún trabajo que desee reseñarnos?
JY: Desde el año 2007 soy asiduo colaborador de la publicación Revista General de Marina, donde comencé aunando dos grandes amores como son el mar y el coleccionismo de billetes de banco. Este artículo, aunque fue el primero y que está muy lejos de ser perfecto, llamó bastante la atención. En su momento, una editorial de ebooks me propuso redactar un libro que extendiese dicho artículo con decenas de billetes más relativos al mundo marino y naval.
A este trabajo le han seguido, hasta la fecha, otras doce colaboraciones en las que me he ido adentrando más y más en el mundo de la Historia naval, abriéndome a experiencias con otras publicaciones como Ares Enyalius el pasado año 2012.
En el mundo digital, he colaborado (ahora no tanto, por desgracia) con el blog de literatura naval-militar Novilis, pero en la actualidad centro mayores esfuerzos en el grupo encabezado por el director de “Historia Rei Militaris”, una web y revista online y gratuita de Historia militar que ya va por el nº 3, donde disfruto mucho al tener plena libertad de acción.
A ver si ahora sacamos un libro sobre guerra y sociedad entre todos los de HRM.
EDM: ¿Tiene pensada la continuación? ¿Está trabajando en ella?
JY: En mi mente sí que está moviéndose esa continuación, y lo he intentado en varias ocasiones, pero siempre me acabo atascando, quizá por que me he querido meter en demasiados proyectos relacionados con la Historia militar, dejando un tanto de lado la ficción.
Creo que me falta la disciplina que tuve desde el mismo instante en el que comencé a escribir “Los últimos años de mi primera guerra” y siendo que la segunda parte transcurre en gran medida en la Indochina francesa entre 1946 y 1947, temo que me siento afectado por la misma “enfermedad” que asolaba el ánimo de los oficiales de marina destinados a las “free kill zones” de los Deltas.
Al menos tengo en mente sacar una pequeña novela juvenil en ebook, a ver qué tal se me da el género y este nuevo mercado electrónico del que participo como lector desde hace años.
Ha sido un placer contestar a sus preguntas y espero que, gracias a Vds., mi novela llegue a más personas y sea disfrutada por todos.
Queremos agradecerle a Don Javier Yuste, la deferencia que ha tenido con nuestro medio para atendernos y acercarnos un poco mas a su obra. Muchas gracias Javier.
J.R.D.