Juan Chicharro: «A propósito de Mali»

Juan_ChicharroDurante más de 150 años España estuvo apartada del escenario internacional, enzarzada las más de las veces en contiendas internas. Fue a partir del advenimiento de la democracia y del ingreso en la OTAN y en la UE, cuando nuestro país comenzó a integrarse en el devenir del mundo occidental asumiendo por fin responsabilidades. Muchas de estas conllevaron y conllevan la presencia de fuerzas españolas en el exterior en misiones llamadas en mi opinión erróneamente misiones de paz, cuando en realidad fueron, y son, en muchos casos operaciones de guerra. El precio pagado en sangre lo corrobora con creces. Bosnia, el Líbano, Irak, el océano Índico y Afganistán son escenarios que conocen de la presencia española.

Tras los brutales ataques habidos en los EEUU, Madrid, Londres o Bali, por recordar algunos de ellos, el panorama estratégico varió sustancialmente en el mundo. Hoy Occidente hace frente a la amenaza que suponen los movimientos islamistas radicales, no sólo con los servicios secretos sino también con el potencial militar en sí mismo.

Para comprender la razón de la presencia de fuerzas españolas en escenarios tan dispares y lejanos de nuestro territorio, se hace necesario entender que hoy la lucha se libra en zonas geográficas distantes. Ahí hay que estar y no sólo por la necesaria cooperación con nuestros aliados sino porque defendemos nuestra propia seguridad.

Lo dicen claro tanto la Directiva de Defensa Nacional como la Estrategia Española de Seguridad:

“España, debido a su situación estratégica, debe velar por consolidar un marco seguro, particularmente en el Mediterráneo, sin olvidar que la plena estabilidad en la cuenca mediterránea solo se logrará si su entorno inmediato, Oriente Medio y el Sahel, se mueven en la dirección adecuada”.

“Tenemos intereses globales que defender y amenazas y riesgos transnacionales que afrontar. Muchos de estos surgirán en el exterior. Para preservar nuestra seguridad en ocasiones tendremos que implicarnos en acciones lejos de nuestras fronteras”.

En la aplicación de lo estipulado en nuestra normativa legal, por lo que a la Defensa de España se refiere, está la respuesta a todas aquellas voces discordantes con la participación de nuestras Fuerzas Armadas en contiendas que, por extraño que nos parezca, son nuestras, pues está en juego nuestra seguridad.

La situación reinante en el Sahel en los últimos tiempos hacía prever que sería necesaria la intervención occidental en esa zona de África, más tarde o más temprano, siguiendo el mismo criterio de la intervención en Afganistán.

Ahora bien, por lo que a España se refiere, parece que la situación de riesgo no es la misma. Así como Afganistán es sin duda un escenario lejano, el Sahel está a las puertas de casa como quien dice; por ello llama la atención la, de momento, escasa participación española en esta operación que ha emprendido Francia de momento en solitario.

¿A qué se debe esta precaria cooperación con Francia en una zona que hasta la propia Estrategia de Seguridad Española define como de importancia clave para la seguridad de la cuenca mediterránea y por ende de la propia España ?

La explicación oficial es que España intervendrá de forma conjunta conforme a lo que defina la UE y no se aventura en operaciones que pudiéramos considerar como unilaterales. Sería sin duda una explicación coherente si no fuera porque el riego de la extensión de la amenaza yihadista no es el mismo para España que para otros países del centro y norte de Europa. Una hipotética desestabilización del norte de África sería nefasta para España.

Otra posible explicación sería la derivada de no convertirnos socios en la defensa de Francia y sus intereses – que son muchos – en la zona. Bien, pero tampoco podemos olvidarnos que muchos de esos intereses también son los nuestros. No nos olvidemos de nuestra dependencia energética del gas argelino, por poner un ejemplo.

Y hay una tercera explicación que tal vez sea influyente también. La de la precariedad económica que sufre nuestro país y que afecta a nuestro presupuesto de Defensa.

Y aquí es donde pretendo hacer una reflexión. Un razonamiento expuesto ya en artículos precedentes pero que siguen siendo válidos desde mi humilde entender.

Y lo hago refiriéndome, por ejemplo, a la Armada; si bien el argumento es válido para los otros dos ejércitos.

En el documento “Líneas Generales de la Armada”, que dicta el Jefe de Estado Mayor de este ejército, se establecen los objetivos de adquisición de medios que se consideran necesarios para estar en condiciones de hacer frente al previsible entorno estratégico a medio plazo así como a la condición marítima de España.

Este documento que ve la luz pública por primera vez – un acierto – es a mi modo de ver un objetivo de mínimos pues se hacen las previsiones conforme a la escasa disposición presupuestaria con la que se piensa se va a contar. En él no se recogen, como es obvio, la vulnerabilidad que supondría para nuestra nación el no alcanzarlos.

Está claro que los especialistas de la Defensa – en este caso los ejércitos – habrán explicado a quien corresponda los riesgos que implica no alcanzar los objetivos mínimos deseados. Los ejércitos trabajan con lo que tienen y si se les dice que no hay más pues que le vamos a hacer. Es lo que hay.

La lucha que se plantea hoy, a una escasa hora de vuelo de nuestro territorio, con las redes islámicas, hace necesario reconsiderar las aportaciones que nuestro país dedica a su defensa.

Hoy Francia está luchando sola, y queriendo o sin querer, está defendiendo nuestra seguridad y nuestros intereses. España tiene que cooperar a esa lucha pues es la nuestra también.

Se puede alegar que nuestra condición económica no nos lo permite. Así lo he hecho yo defendiendo la postura de nuestro Gobierno a un destacado, y amigo, analista político de la cadena “France 24 “. Lo malo es que no he tenido respuesta a su aseveración cuando me ha dicho que no entiende la penuria de nuestras FAS cuando hoy en España el gasto público a pesar de los recortes ya efectuados sigue siendo alto al atender 17 comunidades autónomas, organismos autónomos, televisiones públicas… etc. Eso sin mencionar los 44.000 millones de euros que la Agencia tributaria reconoce que el Estado deja de ingresar por el fraude fiscal. O sea, parece que dinero si podría haber.

En definitiva, dando por válidos los argumentos que se dan al defender la presencia de nuestras tropas en escenarios tan distantes como, por ejemplo, Afganistán, no se entiende que para combatir al mismo enemigo a las puertas de casa nuestra aportación sea tan paupérrima.

Y yo me pregunto si Francia continuará con el magnífico apoyo que en los últimos tiempos nos ha proporcionado en la lucha con el no fenecido terrorismo de ETA.

Francia está sola y no lo digo yo. Es la impresión del pueblo francés que ayer reflejó nítidamente un programa en la TV FR 1 titulado “La France isolée”.

Fuente: Republica