Juan J. García “Reflexiones sobre la Operación Zendal del Ejército de Tierra”


La actual situación que afecta a España ante la pandemia por la enfermedad del COVID-19 y la implicación de nuestra Enfermería Militar en la respuesta que desde las Fuerzas Armadas se esta dando a la misma, me obliga a reflexionar de nuevo sobre varios aspectos:

Primero: Agradecer a todos los compañeros, Oficiales de Enfermería Militar, vuestro trabajo, en la primera línea de “batalla” como son hospitales, operación ´Balmis¨ y esa otra primera línea que son las Unidades/Buques de nuestras Fuerzas Armadas donde, día a día, con medios escasos, y como asesores del mando en esta crisis sanitaria, habéis velado por la integridad de todo vuestro personal.

Vuestra disposición, como siempre, ha sido absoluta y vuestro trabajo ha sido discreto y leal como siempre, pero como se refleja en la viñeta que he querido aportar sois los grandes protagonistas de la lucha contra esta pandemia, desde las Fuerzas Armadas, y esto a pesar de la falta de visibilidad institucional, a la que ya estamos, desgraciadamente, acostumbrados.

Esto me lleva a una segunda reflexión. En la historia de la humanidad, casi desde sus comienzos, las guerras se han caracterizado por enfrentar a ejércitos, el enemigo era de sobras conocido y la victoria o la derrota casi siempre tenían mucho que ver con la superioridad y preparación de tropas, del armamento, etc., así hemos llegado después de las dos grandes conflagraciones mundiales del pasado siglo, hasta hace relativamente pocos años, en que se pusieron de actualidad lo que ahora se denominan guerras asimétricas, donde ya no se enfrentan ejércitos más o menos homogéneos, sino que el enemigo se oculta y normalmente a través de acciones terroristas hechas por muy pocos efectivos, golpea donde le interesa o puede, preferentemente a objetivos civiles, sin que pueda haber una respuesta militar convencional contra ellos, lo que ha obligado a replantear estrategias, tácticas y estructuras de la mayoría de los ejércitos.

Desde que comenzó la epidemia Covid-19, tenemos que añadir otro tipo de guerra a las anteriores, yo la denominaré guerra sanitaria. No es que sea nueva, ya que no es más que un tipo de guerra bacteriológica (vírica en este caso), es verdad que no hay el menor indicio de que haya sido provocada, ni siquiera por negligencia, pero sus efectos son los mismos y la situación en la que nos encontramos es también la misma que produciría este tipo de guerra, aunque la situación en que nos encontramos realmente es de pandemia vírica no de guerra. Lo cual me obliga a plantearme si nuestras Fuerzas Armadas tienen la capacidad sanitaria que deberían tener, para poder hacer frente a situaciones de este tipo.

Las FAS, como estamos viendo de continuo estos días, están realizando múltiples tareas relacionadas con la epidemia, al igual que lo hacen los guardias civiles, policías, protección civil, bomberos, etc., demostrando con ello su utilidad y necesidad también para estas cosas, por lo tanto, lo primero con lo que deberían contar es con la preparación, el equipamiento de protección y el personal sanitario militar que los pueda atender, tanto si caen enfermos, como haciéndoles las pruebas de detección o curación que sean necesarias, preferentemente en las Unidades que se vayan a utilizar más profusamente. Además de ello, deben también ser capaces de ofrecer servicios sanitarios de apoyo a la sanidad civil en estos casos, tanto a nivel hospitalario como donde sean requeridos por las Autoridades, tal como se pretendía hacer con la operación Zendal, aunque en la planificación de esta operación, se ha echado en falta que no se ha contado mucho, ni asesorado previamente a los que deberían haber sido los principales actores: los oficiales enfermeros, los cuales lo primero que habrían hecho es informar de que tal y como se pretendía hacer, habría problemas de intrusismo profesional, pero también les habrían informado, dando un paso adelante, de que la mayoría de los destinados en el E.T., e incluso muchos de los destinados en otros ejércitos, se habrían ofrecido voluntarios para realizar dicha operación, sobre todo aquellos con menor carga de trabajo por las medidas de confinamiento actuales, con lo cual desde el primer momento se hubiera podido montar dicha operación con los profesionales sanitarios adecuados.

Está claro que para los tipos de guerra anteriores y para la defensa del país, es necesario que haya ejércitos convencionales, basados sobre todo en la potencia que puedan tener las distintas Armas, pero la nueva situación ha puesto de manifiesto que también es necesario contar, digámoslo así, con otra Arma, la Sanitaria Militar y ésta, por desgracia, no está a la altura que debería estar, y no por culpa de los que la componen, que son excelentes profesionales, sino por las causas que enumero a continuación:

1ª.- La continua reducción de las Fuerzas Armadas ha producido la tendencia de hacer que los efectivos se vayan mayoritariamente al personal que podríamos denominar como combatiente. Dicho de otra forma, ¿Cómo se van a detraer efectivos de las Armas y aumentar los efectivos de apoyo logístico-operativos?: la respuesta es que precisamente se ha producido al revés, han sido los apoyos logísticos-operativos los que más han disminuido, y me atrevería a decir que, de ellos, los sanitarios son los que se han llevado la peor parte.

2ª.-La escasez de recursos de personal sanitario, lleva produciendo desde hace muchos años lo siguiente:

1. Las plazas de oficiales médicos en las distintas Unidades están sin cubrir en porcentajes elevados, que sobrepasan el 50 por ciento en algunos ejércitos como el de Tierra. En los Hospitales militares tampoco la situación es demasiado buena, pues cada vez hay menos especialistas militares y más civiles.

2. Las plazas de oficiales enfermeros están configuradas al revés, pues tradicionalmente cubrían mayoritariamente las Unidades y apenas había presencia de ellos en los Hospitales militares. Aún así, existe un porcentaje en torno al 25 por ciento de plazas sin cubrir de media en los distintos ejércitos. Los destinados en Hospitales suponen apenas un 10 por ciento del total de la Escala.

3. No existe personal auxiliar sanitario de tropa que tenga relevancia en ninguno de los ejércitos. Además, el poco que hay, no está, en la mayoría de los casos, bajo las órdenes y dependencia de los oficiales enfermeros que son los que deberían ser sus mandos naturales, los que se encargarían de su formación continuada y de organizar los servicios sanitarios que deberían prestar.

3ª.-Consecuencia directa de la anterior, es que los recursos materiales sanitarios existentes, tampoco puedan ser utilizados con la eficiencia debida, como se ha puesto de manifiesto por ej., con el Hospital de Campaña, que podía haber prestado unos preciosos servicios en los momentos más álgidos de la epidemia, y que no ha servido para nada, al haber sido desactivado años atrás el personal sanitario que tenía adscrito.

Analizadas las causas, queda ahora por determinar si la Sanidad Militar que tenemos es la que realmente necesitamos, yo me atrevería a decir que ya antes de la epidemia no era la adecuada, pues a duras penas conseguía cubrir los servicios esenciales, que estaba mal configurada, puesto que no es normal que hubiera mucho más personal civil que militar en los Hospitales militares, particularmente de enfermería, y que hubiera sido necesario corregir estos aspectos ya desde hace mucho tiempo.

Ahora, cuando pase la epidemia, habrá que ver qué tipo de Sanidad Militar van a requerir los nuevos escenarios, por lo que además de solucionar los ya añejos problemas estructurales que tenía, habrá que añadir estos requerimientos. De entrada, parece evidente, que será muy necesario que además de todas las misiones que tiene actualmente encomendadas, se vuelque en los aspectos preventivos de futuras epidemias, tanto del propio personal de las FAS, como del personal civil, en lo relativo a su detección precoz, tratamiento, así como en el seguimiento de su evolución, tal y como pretendía hacer la operación Zendal.

Resulta claro que habrá que replantearse que personal sanitario se necesita y si para ello hay que aumentar las plantillas totales de las FAS, habrá que hacerlo, también habrá que crear unidades sanitarias especificas para estos cometidos, unidades que deberían estar incardinadas en los Hospitales militares, prestando servicios en ellos hasta que fueran requeridas para tales menesteres, lo que permitiría además sustituir mucho personal sanitario civil por personal sanitario militar.

Para finalizar, será necesario que los oficiales enfermeros asuman un papel fundamental en todos estos aspectos, pues sobre ellos debería recaer la mayor parte del peso de los mismos. Es indispensable que se les de la formación adecuada, incluso sería necesario establecer una nueva especialidad para ellos en Epidemiología o Salud Pública, pues teniendo esa formación y pudiendo tener además personal auxiliar a su cargo a los que, a su vez, ellos formarían, es como se podría dar una respuesta rápida y eficaz a las demandas que, sin duda, vendrán en el futuro.

Esta pandemia que estamos sufriendo debería hacernos pensar en ello.