No me rindo

Juan_ChicharroEste es el título de un libro de reciente aparición. Sus autores son Santiago Abascal, político vasco, y Gonzalo Altozano, periodista e historiador. El libro que tomando como referencia la vida de Santiago – corta, pues es un hombre joven – constituye sobre todo el recuerdo de tantas personas de bien asesinadas por la banda terrorista de ETA y sirve para muchas cosas pero sobre todas ellas para refrescar nuestra memoria de lo acaecido, y que acaece, en las provincias vascongadas en los últimos 40 años; además de provocar seguramente un remordimiento de la conciencia en aquellos que instalados en la comodidad del sistema parece que olvidan u obvian cuanto allí ha sucedido.

Leyendo sus páginas son muchos los sentimientos que le invaden a uno pero especialmente destaco de una parte el de la tristeza y rabia por tantas personas inocentes inútilmente asesinadas, sin más, al amparo de argumentos sin fundamento alguno y de otra el de la admiración por la valentía de tantos; sirva como ejemplo de esto último, la avalancha de inscripciones en el PP tras el vil asesinato de Gregorio Ordóñez.

Hoy ETA – de momento – no mata pero como bien expresa Santiago “hoy no nos matan pero no nos dejan vivir”. Nada más cierto y si alguien lo duda les transmito una experiencia vivida recientemente por algunos amigos quienes, haciendo el camino de Santiago por la vía vasca, no pudieron siquiera permanecer unos minutos en la plaza de una villa guipuzcoana toda vez que al ser reconocidos como españoles por los matones del pueblo fueron sin más conminados a irse. A eso le llaman libertad por esos lares.

Hay quien sostiene que hoy reina ya la normalidad en el País Vasco al contrario que en el reciente pasado. Pues bien, a los que así piensan yo les invitaría a sentarse en una de esas bonitas plazas de cualquiera villa guipuzcoana, por ejemplo, simplemente vistiendo un polo con la bandera española. Que venga luego y me lo cuente.

Leyendo el libro citado lo que a uno le queda claro es que si intercambiamos nombres de personas y de pueblos o villas por similares de la Alemania de los años 30 nos encontramos con las mismas vicisitudes de la época nazi.

Terror, terror, odio, venganzas, amenazas, matones… etc. La similitud es asombrosa. Santiago lo describe perfectamente en su libro; él lo ha vivido en sus carnes directamente. Desde siempre ETA y sus ” títeres” han querido representar su retahíla de asesinatos como un conflicto o guerra entre Euskadi y España. Por supuesto que nada más lejos de la realidad, pero si por un momento atendiéramos a esa falsa hipótesis – y digo falsa pues si hubiera sido cierta hubieran durado cinco minutos – yo analizaría esta situación aplicando lo que en toda operación militar se plantea: cuál es la solución final deseada a alcanzar por cada contendiente. ¿Y cuál es la solución final buscada por cada uno de ellos?

Para ETA, es decir, los terroristas, y los que recogen las nueces, crear su propia e inventada nación excluyente con todos cuantos no piensen como ellos e implantar una dorada Albania. Puro nazismo.

Y para el estado por su parte asegurar la libertad que emana de la Constitución y concienciar al pueblo vasco para que mantenga su vínculo e integración con la España de la que forman parte y que ellos mismos han contribuido a forjar durante mil años; es que España sin los vizcaínos, guipuzcoanos o alaveses no sería lo que es hoy.

Y ahora piense Vd., lector, cuál de las dos partes se halla más cerca de alcanzar su solución final deseada.

Por desgracia, si no formalmente, yo tengo claro cuál de las dos es la “vencedora” y síialguien duda de esto que observe los resultados de las últimas elecciones europeas.

Solo por curiosidad, ¿dónde están los votos de los que hasta no hace mucho votaban por la unidad nacional y la Constitución? ¡Qué desastre! Cabría pensar que una gran parte de la sociedad vasca se ha rendido a los efectos del terror y sus consecuencias y hablo en condicional porque sencillamente no lo creo así. De ninguna manera.

Y la muestra más clara de lo que digo se deduce de la lectura del libro citado en estas líneas. Son muchos los valientes que no se rinden ni se van a rendir. Santiago Abascal es uno de ellos.

Entendiendo como miedo la manifestación del instinto de conservación que nos hace rehuir todo lo que nos puede producir daño, dolor o muerte, nada tiene de extraño el sentirlo de cerca cuando el asesinato selectivo y colectivo ha sido la norma durante tantos años en el País Vasco.

Ahora bien no son pocos los que afrontando responsabilidades han hecho gala de un valor frío teniendo la mente clara y decidida. Muchos. Es por ello que a pesar de que los vientos no son propicios hay que ser optimista pues como yo digo son muchos los vascos valientes que siguen haciendo honor a tantos otros que a lo largo de nuestra historia tanta gloria dieron a España: navegantes, escritores, religiosos, militares, pintores…

Y termino resaltando que si el valor militar nace de la disciplina, virtud que lleva al cumplimiento del deber e impide deshonrarse a uno mismo, a la unidad en la que sirve y a los ejércitos, la memoria de tantas buenas personas asesinadas exige una misma actitud.

Siquiera fuera sólo por no mancillar su recuerdo no nos podemos rendir.

Fuente : Republica