Pedro Pitarch «Cascos azules al bunker»

PitarchEl cabo don Francisco Javier Soria Toledo, del Regimiento Córdoba nº 10, murió en acto de servicio, el 28 del mes pasado, mientras cumplía los cometidos asignados como casco/boina azul de ONU, en Líbano. Descanse en paz.

Esta gran desgracia también ha sido un vibrante toque de atención para recordarnos los aproximadamente 2.350 militares españoles, actualmente desplegados en una docena de misiones por todo el mundo. Bien que de ellas solamente una, UNIFIL en Líbano, es de cascos/boinas azules de la ONU (en adelante, boina o casco de manera aleatoria), con cerca de 600 efectivos españoles. Quiere decir que de los aproximadamente 100.000 cascos azules procedentes de 110 países, solo el 0,6% son españoles (como detalle, hay un general de brigada español, con boina azul, como JEM de la operación de la ONU en Costa de Marfil, UNOCI). El leve e interesado debate mediático, posterior a la muerte de nuestro cabo Soria, ha revelado gran desconocimiento sobre las operaciones militares de la ONU. Merece la pena abrir este post intentando aclarar algunos aspectos de ellas. Bien que, habiendo muertos por medio, es un tema a exponer y discutir con extremo respeto. Varias investigaciones en marcha establecerán, supuestamente y en su momento, las responsabilidades y circunstancias que propiciaron la muerte de nuestro casco azul el pasado 28 de enero.

En ningún caso se trata de juzgar o debatir sobre los hechos concretos sucedidos el 28 de enero en Líbano. El vídeo, al final del post, resume fenomenalmente el dramatismo que envuelve a las misiones en el exterior y, más particularmente, las operaciones de paz de la ONU (OMP,s). Con el presente texto se busca que los lectores menos avezados en el tema las puedan comprender mejor. Me baso principalmente en mi propia experiencia de tres misiones en el exterior (Bosnia-Herzegovina), entre 1995 y 1999. En la primera de ellas, en 1995, fui con boina azul como coronel Jefe de Estado Mayor y del Cuartel General de las fuerzas de la ONU en Gornij Vakuf. Las otras dos, una de coronel y la tercera de general de brigada, ya fueron con boina negra. Para el relato cuento también, por adelantado, con la aportación de hechos y su debate, de diversos comentaristas, algunos habituales del blog, que han operado también en el exterior, sea con boina azul o sea con boina negra. Estoy seguro que algunos de ellos podrán ilustrarnos sobre aspectos interesantes que necesariamente se me quedan en el tintero.

Cada operación en el exterior es distinta a las demás. Varían en función de muchos factores tales como, por ejemplo: mandato, cometidos, reglas de enfrentamiento, lugares donde se desarrollan, condiciones de la población local o de las facciones combatientes en presencia y, desde luego, de los medios de defensa y protección con que se cuente. Normalmente, una operación de la ONU necesita mucho tiempo para organizarse. Solamente aprobar la correspondiente resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU (CSNU) consume su tiempo. Tal resolución autoriza y crea, entre otros, la misión, el mandato, el volumen de fuerza y el periodo de tiempo inicial. Da el pistoletazo de salida al proceso de estructuración civil y militar. Esta última pasa por la identificación y negociación con y entre las naciones contribuyentes a la misión. Es esencial designar rápidamente la nación líder, que es la que va a dar el Jefe de la Fuerza (Force Commander, (FC)) así como gran parte de los apoyos comunes, y que debe impulsar el planeamiento militar de la misión. En todo ese proceso los intereses nacionales de los países participantes juegan un papel esencial. Van a estar presentes en la orgánica, la estructura, el despliegue, la cobertura de los puestos más importantes (“flag to post”), los medios a aportar y en un sinfín de detalles.

Para cada OMP el SEGEN de la ONU designa un “Alto Representante” civil. Éste es, sobre el terreno, la máxima autoridad de las Naciones Unidas. Está auxiliado y rodeado de un amplio staff propio, también civil, trufado con algunos asesores militares. El solape y el riego de “pisada de manguera” entre él y el FC está así siempre presente. En estas operaciones se pone frecuentemente de manifiesto la “tradicional” dificultad de conjugar, en el mismo lugar y al mismo tiempo, la lógica de la política y la de las operaciones militares. No es infrecuente que la relación entre el jefe político (HighRep) y el jefe militar (Force Commander) eche chispas (alguno de los megacabales podrá dar fe de ello). Es uno de los inconvenientes, de alto nivel, de las OMP,s.

La ONU despliega sus boinas azules con el consentimiento de todas las partes implicadas. De esta forma, “el dueño del terreno” se compromete a respetar y facilitar el status, el trabajo y la vida de los cascos azules. Tanto para el mejor cumplimiento de los cometidos como por razones de seguridad, debe existir un enlace permanente y estrecho entre los cascos azules y las partes sobre el terreno. Es un enlace vital, cuyos fallos suelen conducir a incidentes armados y bajas de un lado u otro. Los cometidos de los cascos azules suelen tener la finalidad de mantener o ayudar en la aplicación de acuerdos entre estados o facciones previamente beligerantes. Se concretan en la vigilancia de fronteras, de líneas de alto el fuego o de zonas desmilitarizadas. También en observación de procesos de paz, seguridad de una zona, protección de población civil, prestación de asesoramiento a las fuerzas locales, intermediación, protección de convoyes de ayuda humanitaria, y un largo etcétera. No son misiones de combate “stricto sensu”, bien que el casco azul bien instruido aprende enseguida sobre el terreno, lo fácil que resulta verse en medio de las acciones de combate de otros. O de sufrir el hostigamiento cuando no el fuego, deliberado o no, de aquéllos en cuyo beneficio está trabajando y exponiendo su propia vida.

El tipo de soldado más común en OMP,s es el de infantería, que es el soldado polivalente por excelencia. Ello no obsta para que también sean necesarios los de otras especialidades como, por ejemplo, sanitarios, zapadores, desactivadores de explosivos o helicópteros como elementos facilitadores o de apoyo. Excepto en tales casos, cuando entran en juego soldados de otras armas en misiones de cascos azules, suele ser actuando como “infantes”. Este es un aspecto que tiene sus riesgos, aunque se pueda comprender que el rotar todo tipo de unidades y especialidades en las misiones en el exterior, especialmente cuando los créditos para instrucción son tan deficitarios como sucede ahora en España, facilita algún tipo de adiestramiento a los que, de no salir a esas misiones, no lo tendrían.

Las OMP,s son un mecanismo de intervención de la ONU en conflictos o crisis para contribuir a la seguridad internacional. Desde cierto punto de vista, sirven asimismo de unidad de medida sobre el compromiso de los estados con las Naciones Unidas. La presencia española en UNIFIL es un paradigma de ello. Aunque esa misión comenzó en 1978, España no se incorporó a ella hasta la aprobación de la resolución 1701 (2006). A finales de septiembre de ese año nuestra infantería de marina desembarcaba en Tiro, dando comienzo a la participación española. Relevada la IM a los dos meses por el ET, el contingente español alcanzaría y mantendría los 1100 efectivos, límite acordado por el consejo de ministros. Entre enero de 2010 y enero de 2012, el mando (FC) de esta complejísima operación fue ostentado por un general de división español, Alberto Asarta (quien, sorprendentemente, luego no sería ascendido a TG). Sobre este tema, en su momento escribí algo en prensa ( http://blogs.elcorreoweb.es/tribunas/2010/02/19/suerte-asarta/ ).

A partir de 2012, después de una revisión estratégica llevada a cabo por la ONU, los tres países europeos de mayor significado en UNIFIL (Italia, Francia y España) redujeron aproximadamente en un 50% los respectivos contingentes. En el caso español, ello dio lugar a una fuerte controversia interna entre el ministro de defensa, don Pedro Morenés, quien quería cancelar la presencia española en UNIFIL, y el ministro de asuntos exteriores, don José Manuel García-Margallo, quien optaba por mantener la presencia militar española en alrededor de los 600 efectivos. Salió adelante la tesis de Exteriores. En mi opinión, fue una buena decisión la de permanecer en Líbano. España, en coherencia con sus prioridades político-estratégicas, debe mantener alguna presencia en las operaciones de la ONU. Además, parece claro que si España se hubiese retirado de UNIFIL en 2012-2013, como propugnaba Defensa, difícilmente hubiera obtenido los votos suficientes en la votación de 2014 para sentarse hoy, como miembro no-permanente, en el CSNU, durante el bienio 2015-16. La prensa reflejó bien el tema: http://politica.elpais.com/politica/2013/04/24/actualidad/1366810815_596076.html

Los cascos azules solo portan armas ligeras. La ONU limita su armamento al calibre máximo de 76 mm. Y aún así, el empleo de sus armas está fuertemente condicionado por unas reglas de enfrentamiento (ROE,s) muy precisas y limitativas. Desde B-H, en el verano de 1995 traté de reflejar tal circunstancia y adelantar el cambio de escenario a la llegada de la FIR al teatro: http://elpais.com/diario/1995/07/14/internacional/805672802_850215.html . La autoridad de los soldados de la ONU —sus poderes, que diría el cardenal Cisneros— no se basa por tanto en el uso de la fuerza. Su verdadera potencia reside en su uniforme ONU (casco/boina azul), sus medios de transporte pintados de blanco, la legitimidad de representar a la comunidad internacional, la credibilidad, imparcialidad, transparencia en sus actuaciones, integridad en el estricto cumplimiento de su mandato, el respeto de las leyes y costumbres locales así como en el trato cortés y respetuoso dado a la población local. Con frecuencia esas condiciones son desestimadas, cuando no violadas, por comandantes locales, por facciones que no respetan ni sus propias leyes o acuerdos, o por las bandas y criminales que enseguida afloran en las zonas que han sido asoladas por la guerra.

No es infrecuente que, a pesar de los acuerdos “pacíficos” alcanzados por las distintas facciones y que permitieron el despliegue de los cascos azules, los conflictos permanezcan larvados. Así, a niveles normalmente locales, se desencadenan sin previo aviso combates o intercambios de bombardeos sin que nadie tenga en cuenta que, sobre el terreno, están los cascos azules cumpliendo sus cometidos ligeramente protegidos. De ahí, nuevamente, la importancia que anteriormente daba al enlace. El conflicto árabe-israelí viene siendo, durante decenas de años, la muestra más paradigmática de frecuentes violaciones de sucesivos «alto el fuego» así como de declarados propósitos de enmienda frustrados,de unos y otros. Además, la estadística muestra que a una acción ofensiva/violación por el lado musulmán, le sucede indefectiblemente una respuesta de las fuerzas de defensa de Israel. En esos rifirrafes, no les queda a los cascos azules más opción que intentar ponerse a resguardo y aguantar pasivamente el temporal. Luego vendrá la protesta y la denuncia. Y así hasta la siguiente, suma y sigue. Hay que estar muy bien instruido, ser muy disciplinado y tener un alma muy templada para ser un buen casco azul. Como lo fue el cabo Soria. Todo eso se resume en el vídeo, en la angustiada orden del sargento a su pelotón al caer los proyectiles en su entorno: ¡Al búnker!; ¡¡Al búnker!!

Fuente: Blog