En estos días se cumplen 75 años desde que, por ley de la Jefatura del estado, se creó el empleo de cabo 1º, y no quiero dejar pasar esta oportunidad que me brindan para recordar a los más veteranos, y de contar a los más jóvenes lo que para el Ejercito ha supuesto y supone la figura del cabo 1º, hasta hace unos años el máximo empleo de tropa.
La creación de éste empleo, en 1940, respondía a la necesidad de disponer de un empleo intermedio que, sin ser suboficial, pudiera asumir la responsabilidad del mando de determinados pelotones y equipos. Los años han pasado y la figura del cabo 1º se ha consolidado como un pilar clave en el funcionamiento de los Ejercitos.
El cabo 1º, en sus inicios, era un soldado de reemplazo mas que, de la noche a la mañana, se veía investido de una autoridad que, ante todo, le otorgaba su prestigio personal. Una serie de hombres, que hasta ayer eran sus compañeros, pasaban a estar a sus ordenes y, ante cualquier dificultad, le miraban en busca de solución. Extraordinario mérito el de estos españoles que, sin haber tenido contacto previo con las Fuerzas Armadas, fueron capaces de «echarse a la espalda» a sus camaradas de llamamiento y cumplir con las funciones que se les demandaban. Algunos de ellos, como consecuencia de esta experiencia, continuaron en la carrera de las armas, descubriendo una vocación escondida que convirtieron en forma de vida.
Posteriormente, con la profesionalización de las Fuerzas Armadas, el cabo 1º añadió a ese prestigio personal, al que me he referido antes, la experiencia y la preparación, imprescindibles para alcanzar este empleo hoy en día. Sin embargo, aunque el procedimiento para alcanzar el empleo sea distinto, la esencia del mismo se mantiene, y las virtudes que deben poseer nuestros cabos 1º siguen siendo las de entonces: prestigio, preocupación por sus subordinados, entrega, valentía, fortaleza moral, generosidad, ejemplaridad …
Todos los que hemos tenido la suerte de tener cabos primeros a nuestras ordenes recordaremos siempre lo que de ellos hemos aprendido, los momentos inolvidables que hemos compartido y que hoy nos arrancan una sonrisa o una lagrima, pero que ayer fueron frio, sueño, preocupación, privaciones y también buenos momentos, alegrías … en definitiva, milicia.
Ellos junto con sus jovenes tenientes y sargentos por su proximidad y por su empleo, eran y son testigos de la realidad de las unidades, al encontrarse en estrecho contacto con los cabos y soldados o marineros, teniendo la oportunidad de palpar dia a dia, momento a momento, las inquietudes, preocupaciones y anhelos de sus subordinados.
Entre ellos ha habido quienes, a lo largo de estos 75 años, han sido merecedores de las mas altas condecoraciones de nuestro Ejercito o que, incluso, llevando hasta su extremo el juramento que un dia empeñaron, han entregado su vida al servicio de nuestra Patria.
En todos los casos, han demostrado su profesionalidad, su vocación, su amor al servicio y su espiritu de sacrificio, y esto es algo por lo que siempre tendremos que estarles agradecidos, no solo todos los españoles, a cuya paz y bienestar han dedicado su vida.
Como Jefe del Ejercito de Tierra, y en nombre de todos los que lo componemos, manifiesto publicamente mi agradecimiento por todo ello a los cabos 1º de llamamiento y profesionales, y les insto a continuar en ese camino del servicio a los demas.