Unos 400.000 agentes de los cuerpos de seguridad fueron movilizados para garantizar el derecho a voto de los brasileños en las elecciones de hoy en Brasil, pero, al menos en una favela de la ciudad de Río de Janeiro, ese refuerzo no evitó la presión de criminales sobre la prensa.
«No grabéis ni saquéis fotos. Por mucho que digan, la favela no está pacificada. No nos grabéis», advirtió un habitante del Complexo da Maré, un conjunto de barriadas pobres en la zona norte de esta ciudad brasileña, a un grupo de reporteros gráficos que se disponía a acceder al interior de uno de los colegios electorales instalado en la comunidad, entre ellos un fotógrafo y un cámara de Efe.
La advertencia fue hecha en un conjunto de favelas en el que era posible ver camiones con militares armados con fusiles de asalto y equipados con todo tipo de artilugios de guerra así como un helicóptero sobrevolando constantemente la zona.
El Complexo da Maré es uno de los beneficiados por el proceso de «pacificación», como se conoce la política de seguridad pública del gobierno de Río de Janeiro que prevé la instalación de puestos permanentes de policía en favelas antes controladas por bandas de narcotraficantes.
La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, firmó hace exactamente un mes un decreto que permite la permanencia hasta diciembre próximo de 2.400 miembros del Ejército en la Maré, conjunto de favelas en la que viven 130.000 personas y cuyo control fue arrebatado a bandas de narcotraficantes en mayo pasado.
El Complexo da Maré, localizado en un lugar estratégico de Río de Janeiro, atravesado por tres importantes avenidas y a pocos kilómetros del aeropuerto internacional, fue ocupado por las autoridades dos meses antes del inicio del Mundial de fútbol que Brasil organizó este año.
Los militares saldrán de las barriadas en diciembre, cuando el Gobierno regional de Río de Janeiro instale en el conjunto de barriadas una Unidad de Policía Pacificadora (UPP), como son conocidos los cuarteles policiales permanentes que la gobernación abre en las favelas de las que expulsa a las bandas de narcotraficantes.
El grupo de reporteros gráficos que hacía la cobertura sobre la presencia de las fuerzas militares en la comunidad fue advertido en varias ocasiones de que era mejor que se fuese de allí dado que había gente a la cual «no le gusta» ser fotografiada o filmada.
Al igual que ese tipo de sugerencias también se produjeron algunos reproches hacia la actividad de los periodistas, que, según ciudadanos de la comunidad, no muestran los momentos en que reciben malos tratos por parte de los cuerpos y fuerzas de seguridad.
Durante el recorrido por la comunidad los reporteros se desplazaron en dos vehículos y, cuando bajaron de los coches en la confluencia de dos calles, algunos habitantes de la comunidad empezaron a «bromear» con la presencia de los periodistas elevando el tono de voz y silbando en señal de rechazo.
En un momento dado, un reportero gráfico de Efe fue increpado en ese cruce por una mujer que le gritaba nerviosa que había hecho una fotografía a las armas de un hombre que se encontraba en una terraza.
El fotógrafo se ubicó en un cruce para obtener imágenes de dos camiones militares y, en el momento en que los vehículos siguieron su camino, algunos habitantes interpretaron que se les estaba fotografiando.
Los reporteros solo pudieron continuar su trabajo tras enseñar que las imágenes captadas por sus cámaras eran de los camiones militares.
En la ciudad de Río de Janeiro fueron movilizados 30.000 agentes para garantizar la seguridad de las votaciones y solo en el complejo de Maré se desplegaron 2.500 policías.
Fuente: Radio Intereconomia