PEDRO PITARCH : AÑO DEL CAMBIO (?)

Pitarch“Cuando creamos haber salido del pozo percibiremos claramente que nuestro mundo habrá mutado. Las prioridades serán distintas. Principios que perecían frescos e inmutables se habrán ajado. No habrá ya instituciones intocables (la corona en primer lugar y de ahí hacia abajo). La justicia igualitaria tendrá una oportunidad. No sé si estaremos en un mundo mejor, pero presiento que será muy distinto”. Así comenzaba, hace dos años, el post “FAS DE CARTÓN PIEDRA O DEFENSA IRRELEVANTE”

Sin embargo cualquiera podría haber pensado que cuando la economía se encarrilase en los grandes números, y la previsión de incremento anual del PIB fuera superior al 2%, esa incipiente bonanza generaría confianza. Y ésta se trasladaría a la demanda interna, a la economía doméstica y al consumo. Consecuentemente el ciclo económico se reforzaría y…, en resumen, lo de la bola de nieve. Pues bien, a pesar de cumplirse ahora esas previsiones, las aguas no discurren tranquilas. Ni mucho menos. Las cosas nunca son fáciles en España. Es como una maldición. Porque este año 2015 es, por encima de cualquier otra consideración, un año marcadamente electoral. El voto, signo supremo de la democracia, es también el idioma de la política. Un lenguaje que nos va a perforar por todos los poros y con el que se nos van a machacar las meninges como nunca anteriormente: elecciones autonómicas andaluzas en marzo; municipales en todo el territorio nacional y en la mayoría de las CA,s en mayo; autonómicas catalanas en septiembre; y generales alrededor de noviembre. Cada una de ellas con su casuística, dinámica y significado propios. Es decir unas elecciones prácticamente cada dos meses. O, si se quiere, un año de permanente ebullición electoral. ¿Quién da más?

Las griegas del mes pasado se han vivido aquí por algunos —no sin cierta razón—como si fueran propias. Alguien podría preguntarse qué pintan aquí los griegos. Pues bastante. Y lo comprobaremos a lo largo de este año, cuando algunos pretendan extrapolar aquí lo sucedido allí. Que la gente vote dentro de la ley en Grecia, optando por lo que le venga en gana, me parece perfecto. Es su problema. Pero si del resultado electoral se desprende salir por peteneras no reconociendo las obligaciones adquiridas conmigo, entonces me llamo a parte. Es el caso tan frecuente en las comunidades de vecinos, cuando algún propietario deja de pagar los gastos comunitarios en base a razones tantas veces peregrinas como, por ejemplo, los gastos de ascensor que dice no usar, o los de la limpieza de la escalera sucia; y así lo que ustedes quieran. El caso es no pagar. Mejor dicho, que lo que uno debe lo paguen los demás comuneros, porque los servicios tienen que seguir funcionando. En términos coloquiales eso es lo que parece estar planteando ahora Grecia en la UE. La gran incertidumbre reside en saber hasta dónde nos puede llevar tan insolidaria deriva y qué daño nos puede hacer, de persistir en ella, esa anunciada actitud del nuevo gobierno griego.

La manifestación de Podemos ayer en Madrid —y resalto que, salvo error u omisión, es la primera vez que menciono ese partido en este blog—, es también un síntoma de que algo importante nos está pasando. No hay ni que magnificar ni menospreciar los 200.000 manifestantes (por coger el centro de la horquilla) venidos a Madrid desde toda España. Pero tal concentración, en la que la bandera de España estuvo ausente por cierto, es muestra palmaria del hartazgo y el desprecio supino de la gente por la política tradicional, así como del gran deterioro sufrido durante la crisis por las clases medias. Este último es un fenómeno que habría que gestionar con sumo cuidado por los responsables políticos, porque puede traer, sobre todo en conjunción con otros, muchos sobresaltos a la estabilidad de España. Presiento, como recordaba al principio, que estamos en el umbral de un mundo nuevo. La desvergonzada maniobra de relevo en la presidencia de Indra (a la que difícilmente podría ser ajeno el ministro de industria de defensa (MID), Sr Morenés), es muestra de las prisas que le ha entrado a la casta empresarial-comisionista del sector. No sé si 2015 será el año del cambio como el populista líder de Podemos, don Pablo Iglesias, no se cansa interesadamente de repetir. Aunque sí tengo más claro que si ese cambio fuera a tener a Grecia como modelo, conmigo que no cuenten. El resultado de las elecciones griegas ha sido una salida a la desesperada que en modo alguno deseo para España. Tampoco los presupuestos de base de Grecia y España son los mismos, afortunadamente para nosotros. Una reflexión central —que invito al lector a madurar— es que el problema de la deriva nacional, que debería salir del año 2015, es que no va a ser tanto de melodía como de instrumentación. Porque, si bien la melodía del cambio es extensivamente seductora, los intérpretes y sus instrumentos no parecen suficientemente fiables.

Y en ese marco, el primer gran envite serio de lo que va a ser 2015 se va a producir en Andalucía. Doña Susana Díaz, la presidenta de la Junta, aburrida de gobernar en coalición con una izquierda visionaria e incómoda ha tirado por la calle de en medio. Ha adelantado sus autonómicas un año, al próximo 22 de marzo. Izquierda Unida (IU), que también estaba en el gobierno autonómico, se ha quedado compuesta y sin novio. La han ganado por la mano. Ya no toca bola. Casi todos los demás partidos también han quedado colgados de la brocha. Con su decisión, doña Susana ha asumido un fuerte riesgo tanto personal como para su partido. Pero tengo la sensación de que ha acertado en el momento, así como que ganará el envite y no solo seguirá gobernando en Andalucía, sino que también se consolidará como el referente esencial del PSOE de los próximos años. En todo caso, de lo que estoy más seguro es que, de momento, dormirá mucho más tranquila, sin grandes sobresaltos, y sin el temor de que en cualquier instante alguien de su entorno la propinara un traicionero navajazo intercostal, en cualquier rincón del palacio de San Telmo.

Para no alargarme, un solo apunte más. Hasta mayo. Efectivamente y como ya se ha dicho, dos meses después de las andaluzas, en mayo, vendrán las municipales y las autonómicas. Ya se percibe el afilar de las facas y se prevé la saturación de los juzgados por demandas y querellas, con amplia difusión mediática, por asuntos de corrupción de unos y otros. En mayo se podrá tomar, con mejor conocimiento, el pulso de la situación general del país, así como presagiar su futura deriva. En mi opinión, quien lo tiene más complicado es el PP. Porque si este partido obtuviera malos resultados electorales en mayo, ello podría precipitar la rápida caída de la cúpula de Génova y del Gobierno (lo que, por otra parte, podría ser el escenario más desastroso para el país a las puertas de las catalanas). Si los resultados electorales fueran buenos para el PP, la situación se contendría. Aunque antes o después llegará la debacle. Es cuestión de tiempo, de oportunidad y de un auto judicial. De momento, esto no parece que sea inmediato mientras los servicios estén “a la orden” de y blindando al jefe. Es en esa clave como interpreto las enigmáticas palabras finales del discurso del ex presidente Aznar en la convención del PP el pasado 23 de enero: “Contad conmigo. Estoy donde siempre. Estoy con vosotros”. Así es que ¿de qué cambio habla don Pablo?

Fuente : Pitarch