La semana pasada el ruedo político se ha parecido a un circo de dos sedes principales: Madrid y Barcelona. En Madrid, el espectáculo de la constitución de la mesa del Congreso de los Diputados, fue bochornoso. Visto en el canal parlamentario, pareció un show embarullado en el que actuaran simultáneamente equilibristas, acróbatas, payasos, tragasables y sacamuelas. Sobre la arena eran bien reconocibles las habilidades de don Tancredo o de los Payasos de la Tele. Muchos había mirándose su propio ombligo y moviéndose entre lo esperpéntico y lo estrambótico. Y no solo en vestuario o peluquería, también en gesticulación mitinera mayormente a cargo de los podemitas. Éstos, no hay duda, continúan en campaña electoral y supongo que darán sesiones “gloriosas” durante toda la legislatura, dure ésta poco o mucho. Dicen que es que hay que representar en el Congreso lo que pasa en la calle. Sería por eso que se aplaudió la simpleza, se alabó la chabacanería y reinó la vulgaridad. ¿Tan tirados somos? Solo faltó un barquillero vendiendo chuches y bocadillos entre las filas de escaños, o que alguno, de pié sobre su escaño, orinara en vaivén sobre los de delante. Todo se andará. Creo que estas criaturas son de los que han confundido cambio con mudanza. Si el Galdós de Fortunata y Jacinta pudiese volver, y se encontrase con tamaña violación de las formas, de un patatús regresaría de inmediato a donde estaba.
En Barcelona el esperpento fue más de fondo. Fue un show, al alimón, de la presidenta del parlamento y el nuevo presidente de la Generalidad. Se montaron una cuchufleta de toma de posesión/promesa de Guifré el Pilós (Antonio Burgos dixit), con un texto, en mi opinión, nulo. Fue una deliberada y gratuita provocación, porque la presidencia de la Generalidad era ya efectiva desde la publicación del correspondiente Real Decreto en el BOE. No era necesario que explicitaran nuevamente su traición a la Constitución y su deslealtad con la Jefatura del Estado. Eso ya era de sobra conocido.
Y a todo esto, qué decir del Senado. Siendo una cámara más discreta y tradicional, también ha sido tocada por el escándalo. En este punto, vienen a cuento un par de párrafos de mi artículo “DON MARIANO: ¿E LOGO QUÉ?”, publicado hace un par de días en el “Confidencial Andaluz”. En él hablaba de “la penúltima felonía política, la de don Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, al acordar con los independentistas catalanes de ERC y DiL, “prestarles” dos senadores del PSOE a cada uno, para que puedan formar grupo propio en el Senado. Así los que acuden a la nueva legislatura sin otro objetivo que fracturar la Nación española contarán, gracias al PSOE, con más financiación estatal y dos voces propias en el Senado —que reglamentariamente no les corresponden—, para facilitar su camino hacia su perverso objetivo. Y, encima, el señor Sánchez intenta ocultar la infamia vistiéndola de “cortesía” parlamentaria.
Hablemos en plata: aún entendiendo que, en el horizonte de formar o no Gobierno, don Pedro se juega su continuidad al frente de su partido, su ambigüedad con los independentistas es muy mal síntoma, y peor augurio, de un escenario político de confrontación nacional que pudiera desbordar el mero ámbito político. Que el líder oficial del primer partido de la oposición esté dispuesto a pagar cualquier precio por llegar a la Moncloa no es de recibo. En esa deriva no sería descartable que, en algún momento de este año, en que habrá elecciones autonómicas en Euskadi, viéramos a don Pedro Sánchez enarbolando la pancarta de “Presoak kalera”.
Me parece percibir una nueva circulación de mensajes inquietantes por la red. Hay que pedir un poco de sensatez y de calma: ni España ni los españoles merecemos un futuro que sea el pasado que resta por suceder.
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