Pedro pitarch:»Recreo Gibraltareño»

MonosGibraltarCuando se regalan ciertas cosas, no sólo se podría estar haciendo dejación de una responsabilidad histórica, sino que se fomenta que el contrario se crezca. En última instancia el innegable placer de regalar se hace con el patrimonio de uno, no con el de todos”. Así finalizaba la Tercera de ABC sobre Gibraltar, de 10 de diciembre de 2009, firmada también por el que suscribe ( http://www.abc.es/20091210/opinion-tercera/gibraltar-factor-comun-20091210.html ). Pretendía en ese artículo —que la entonces sólida dirección de ABC me publicó en página tan destacada—, hacer una seria y documentada llamada de atención sobre la desastrosa política española sobre Gibraltar. Ahora, ha sido el Ministro español de Asuntos Exteriores, Sr. García-Margallo, quien ha expresado esa misma idea con un castizo: “Con Gibraltar se ha acabado el recreo de la época de Moratinos”. Bien dicho Ministro. Amén.

España lleva 300 años tratando de negociar con el Reino Unido la retrocesión del Peñón a la soberanía española. Sin éxito. Por el contario, después de tres siglos de ocupación colonial, también es un hecho que los espacios gibraltareños bajo soberanía británica son hoy superiores a lo que eran a la firma del tratado de Utrecht, con el que oficialmente (aunque no fuera exactamente así) se daba carpetazo a la Guerra de Sucesión española. En esos tres siglos han habido muchos altibajos negociadores. Pero, quizás, el periodo más lacerante y perjudicial para España hayan sido estos últimos años, en que una estúpida política de “gestos de buena voluntad” favoreció que el Reino Unido y sus ahijados gibraltareños prosiguieran con su expansión a costa de España. Lo de lanzar bloques de hormigón en aguas de faena de nuestros pesqueros —desencadenante de la actual crisis— es solo el último ejemplo de ello. Y continúo el auto-plagio de lo que escribía en 2009: “El «nuevo clima» comenzó (en 2005) con el levantamiento de las restricciones que España aplicaba a todo lo relacionado con Gibraltar, tanto en el plano bilateral o como en los foros internacionales. Eran instrumentos que mantenían viva y aireada una incómoda presión sobre las autoridades locales de Gibraltar y sus padrinos. La primera cesión gratuita fue levantar las restricciones de utilización de puertos o aeropuertos españoles a barcos o aviones que, de manera inmediata, hubieran recalado o tuvieran por destino Gibraltar. Después vino un paulatino «desarme» con gestos similares, hasta culminar en la constitución del llamado foro tripartito, en el que el gobierno de la colonia tiene ya voz propia, al mismo nivel que España o el Reino Unido. Quizás el más exuberante de los frutos de ese foro fue la visita del ministro español de Asuntos Exteriores a la colonia, el 21 de julio de 2009, evaluada por muchos como una ruptura con 300 años de firmeza y coherencia programática”.

Ahora, si uno entiende bien al Sr. García-Margallo, se trataría, como mínimo y en primera instancia, de volver a la situación anterior a 2005. Y de evitar futuras cesiones, concesiones u omisiones gratuitas en la relación bilateral con el Reino Unido por lo que respecta a la colonia. Volver a coger este mal toro por los cuernos ejerciendo España sus derechos en defensa de sus legítimos intereses. Eso alcanza a las aguas que rodean al Peñón, los derechos de pesca, restricciones a la navegación marítima y aérea por los espacios españoles, dificultades al paraíso fiscal en nuestro propio patio, persecución a tope del contrabando y el tráfico de drogas, no autorización del mantenimiento, en la bahía de Algeciras, de balizas, boyas y ayudas a la navegación de la base aérea de la RAF (que, por cierto, algunos ingenuamente, o no tanto, llaman aeropuerto) etc, etc. Por tanto, a la declarada “preocupación” con la que el gobierno británico ha acogido el endurecimiento de las normas de entrada y salida de la colonia, sugiero que el español compartiera y expresara también públicamente su propia preocupación por la tomadura de pelo, que supone prolongar en el siglo XXI la soberanía británica sobre una parte del territorio español. En definitiva, cooperar y dialogar, con amplia sonrisa, en un “a Dios rogando y con el mazo dando».

Hay que esperar que no se quede la cosa en mera exhibición “sainetera” ministerial, como sucedió en abril de 2012 (comparecencia conjunta del Sr. García-Margallo con su tocayo de Industria) contra la expropiación argentina de las acciones de Repsol en YPF. Porque la indecente persistencia secular de la soberanía británica sobre el Peñón, no es solo una cuestión de intereses políticos o económicos. Ni que el Reino Unido se pase por el arco del triunfo las resoluciones de la Asamblea General de Naciones Unidas (UN,s ), que reiteradamente han pedido la descolonización de Gibraltar. Ni tampoco que este territorio siga indefinidamente incluido en la lista del Comité de Descolonización de NU,s, de los que quedan por descolonizar. Es asimismo, y sobre todo, un asunto de autoestima y orgullo nacional español. Por ello es necesario elaborar y aplicar un catálogo de medidas (no es la primera vez que aludo a ello) para aplicar en cada caso, en función de la evolución de los acontecimientos. Lo dicho, después del asueto “moratinero” a ver si volvemos al trabajo serio.

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